En una comunidad rural del municipio Jesús Enrique Lossada vive Sara María García, junto a su familia. Ella es fuerte, como un cují plantado en medio de la nada, que reverdece aún en la más fuerte sequía, para dar sombra a todo aquel que la necesite.
Tiene 35 años, pero su semblante deja ver a una mujer mayor, testimonio de las preocupaciones y vicisitudes a las que hace frente junto a su marido, José Epieyú.
Una mujer dulce, pero fuerte a la vez; la mayor virtud de Sara es una fe inquebrantable, la cual le ha permitido sacar adelante a sus tres hijos y abrigar, con su don maternal, a tres niños más: dos resobrinos y una nieta.
La vivienda familiar, ubicada en el sector Los Pinos, parcelamiento El Araguaney, se compone de dos ranchos de lata, azotados por la lluvia, el viento o el sol inclemente, según la temporada. En esa tierra olvidada no hay acueducto, ni servicio eléctrico, ni cloacas. Allí, sobrevive Sara junto a los suyos.
Los hijos de Sara, la razón de sus desvelos
Su hija mayor, Yangelis, nació con discapacidad de los miembros inferiores y, ha sido castigada por convulsiones a lo largo de sus veinte años de existencia. Es una niña, desde todo punto de vista, una condición que fue aprovechada por un pariente sin escrúpulos que la sedujo y la embarazó.
De aquel abuso nació Ruth Yamilet hace 11 meses, en la maternidad Castillo Plaza. La incapacidad de Yangelis para afrontar la crianza de su pequeña, ha llevado a Sara a convertirse en madre nuevamente, no solo con el alma y la devoción que la caracterizan, sino que su cuerpo ha sido fuente generosa de alimento para la bebé.
De sus pechos comenzó a manar leche cuando, en un momento de desesperación y necesidad, permitió que la niña los succionara.
Su segundo hijo, Joan, es un joven trabajador del reciclaje en el relleno sanitario La Ciénaga, lugar donde también trabaja el esposo de Sara.
Una futura médico: la esperanza de la familia
La menor de la familia, Engelis, tiene 16 años y, contra viento y marea, estudia cuarto año de bachillerato, con excelentes calificaciones. Quiere ser médico y sacar a su familia de la pobreza.
Sus cuadernos y libros, muchas veces, son los que otros desechan y van a parar al vertedero. Heredó la serenidad y el aplomo de su madre.
El cuadro lo completan Leonardo, de siete años, y Norelis, de seis, hijos de una sobrina de Sara, quienes fueron abandonados por sus progenitores y rescatados de una realidad incierta. Sara nunca dudó en darles cobijo: son su sangre y, pese a su vida llena de privaciones, no tuvo corazón para ignorar el compromiso que se le presentó.
Las necesidades les superan, pero Sara no pierde la fe
Un hilo de esperanza para Sara y sus hijos llegó de la mano de María Eugenia Graterol, una zuliana que hace labor social en hospitales y comunidades de Maracaibo. Gracias a ella, Engelis ha podido tener útiles escolares y ayuda para costear sus pasajes; también ha provisto, cada tanto, alimentos para la familia.
Sin embargo, las necesidades son mayores. Yangelis jamás ha sido evaluada por un ortopedista o un neurólogo y necesita una silla de ruedas; la pequeña Ruth, pese a los sacrificios de su abuela Sara, ha pisado el umbral de la desnutrición.
Por otra parte, Leonardo y Norelis, no están escolarizados, ya que no se dispone del dinero para proveerles uniformes, útiles, ni para trasladarlos a la escuela más cercana, ubicada a varios kilómetros de distancia.
También está el reto de seguir guiando a Engelis para que culmine su bachillerato y llegue a la Universidad, a fin de cumplir con su deseo de ser doctora, aunque cada noche sus sueños reposen en un trozo de goma espuma desgastada.
Un ejemplo de dignidad y esfuerzo
En sus oraciones diarias, Sara pide la oportunidad de construir un techo seguro para su familia; así como el apoyo para emprender con una bodega, que les garantice el sustento.
También anhela que su marido y su hijo dejen de trabajar en el relleno sanitario, así como brindar un futuro a los pequeños que la Providencia colocó en su regazo.
Sara no tendrá agasajos, ni regalos costosos este Día de las Madres, pero en su corazón está la satisfacción de ser fuente de amor ilimitado, ser refugio para su prole y ejemplo de dignidad para todo el que conoce su historia.
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F Reyes
Fotos y video: F Reyes
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