Quienes lo conocen, le dicen Machuca. Su nombre de pila es Víctor Antonio Calzada Méndez; nació en Cabimas hace 72 años, según recuerda. En su día a día, el cielo es el techo que lo ampara.
Las personas que transitan por la Circunvalación 2 de Maracaibo, en las inmediaciones de la urbanización El Trébol, probablemente le han visto. Vecinos del sector afirman que tiene varios años en el lugar, pero él no recuerda cuántos. Frente a unos locales abandonados, ha juntado unos pocos enseres, restos de un colchón, potes, botellas. Ese es su hogar.
Machuca accedió a conversar con el equipo de Noticia al Día: Nos contó que alguna vez estuvo “en las buenas”, que supo cómo es vivir con las comodidades básicas. Al parecer, la separación de su esposa y el asesinato de su único hijo, hicieron que vivir en la calle le resultara una opción razonable.
Al consultarle sobre otros familiares, señala que algunos parientes están en Ciudad Ojeda y que una hermana vive en el sector Delicias, en Maracaibo, pero que hace tiempo que no sabe de ellos.
Vivo tranquilo, ayudo a quien me necesita: Machuca
Se gana la vida quitando monte, limpiando patios, colaborando con negocios cercanos en lo que necesiten; además tiene la pensión por vejez. Le parece que es suficiente para él.
Lleva unos collares en el cuello, con llaves y otros elementos. Le pregunto si tienen algún significado. “No, chica… los uso para dibujarme”. Sonríe.
Goza de la “buena voluntad de la gente”, porque es un hombre honesto y trabajador, pese a su situación. “A veces se echa los palitos de más y yo lo regaño”, dice Yusmery, dueña de un restaurant cercano, mientras le ofrece una malta y una empanada para el desayuno.
Mientras degusta la comida, nos dice que es fuerte y saludable. “No me da ni gripe, ni covid, ni nada”, porque además vive sin grandes preocupaciones y solo le pide a Dios que lo cuide y le conceda el pan diario.
"He vivido mucho…"
Al preguntarle si la delincuencia lo ha visitado alguna vez, relata que a veces le roban la ropa y lo poco que tiene; pero que no ha enfrentado otros peligros por su condición de indigente. “Yo soy corrío, he vivido mucho, me sé cuidar (…) y el que necesite de mí, yo lo ayudo”.
¿Qué desea? Duda por un instante, antes de responder. No quiere dejar la calle para que lo encierren; teme dejar de ser libre. Pero en el fondo, quiere reposar. Tener un lugar donde abrigarse y descansar al final de la jornada. “Es mejor estar sembrado, que vivir en el aire… ¿Sí me entiendes?”.
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F Reyes
Fotos: José López Linares / Videos: F Reyes
Noticia al Día