En una tienda cualquiera de la vieja Maracaibo se conseguía de todo, como en la de Cambuleto, que era abasto, fuente de soda, salón de juegos de dominó y billar, peluquería, venta de cerveza y hasta frutería. Ahí se conseguía de todo.

Esta forma de negociar en la vieja Maracaibo la adquirieron con el tiempo algunos comerciantes, que en sus negocios vendían ropa y calzado, pero también electrodomésticos, y uno que otro hasta regalos y perfumería.
Maracaibo, en las primeras décadas del siglo XX, se constituyó en el centro de la actividad comercial de la región marabina, punto obligado de encuentro de su gente, que se identificó con sus casas comerciales, las cuales fueron íconos de la ciudad, retratando la movida de un comercio en auge que sigue en la memoria del pueblo.
Se recuerdan muchas de estas tiendas, que se establecieron y han quedado impresas en la memoria desde el siglo pasado por retratar la movida comercial de la Maracaibo de antaño. Fueron grandes negocios, prósperos y reconocidos por la ciudadanía porque ofrecían de todo al consumidor, como la casa del gaitero Astolfo Romero, donde se "largaba el forro" y vendían "tetas y mondongos especiales, periódicos, terminales, ganadores y dupletas".
Sin embargo, el transcurrir del tiempo, la modernidad, el caos económico y la migración terminaron por hacer desaparecer estos vestigios de una ciudad que se destacó por la excelencia de los productos que se ofertaban en dichas tiendas, muchas de las cuales tenían nombres rotulados "a propósito de".

En el transcurso de más de cien años, fueron muchas las bolsitas de Pentro, las latas de mentol y los paquetes de alcanforina que pasaron por el mostrador de la Botica Popular.
Fundada a principios del siglo XX por Domingo Bijarro, el edificio permanece en la misma esquina de la calle Comercio, pero sus puertas de madera se cerraron.
Grandes tiendas en la mente de los zulianos
En noviembre de 1961 nació el almacén Fin de Siglo, una marca que, con el esfuerzo y visión de sus creadores de ascendencia palestina, llegaría a transformarse a lo largo de cuatro décadas en un emporio comercial de nueve gigantescas tiendas (siete en Maracaibo y dos en Barquisimeto), al mejor estilo de Sear’s, ubicado en la avenida 5 de Julio. Su nombre —sin saberlo— encerraba la profecía de su propia extinción.
En el año 1959, la capital zuliana develaba su potencial económico, con los brazos abiertos al comercio, que se vislumbraba como una de las principales actividades, y ante la carencia de un lugar que respondiera a las necesidades de compras básicas de los ciudadanos.
El falconiano Francisco Reyes, motivado por aquel escenario y en cumplimiento de un ideal que le permitiera obtener el sustento diario, sembró en el casco central de la ciudad un negocio familiar que se convirtió en sustento y ahorro de muchas familias zulianas: Centro 99. Con uno de los eslóganes más pegajosos, llegaba a todo tipo de público y era referencia obligada para los consumidores al momento de realizar sus compras: "Centro 99, de todo y baratiiiiiiiiiiiiiiiico".
En marzo de 1958, la cadena de tiendas Selemar anunció la venta de ropa a crédito, sin recargo en los precios: traje para dama confeccionado en tela italiana, 46,40 bolívares; blusa de popelina a rayas sin mangas, 5,50 bolívares; pantalón de kaki con cierre lateral, 15,50 bolívares; traje de baño americano de látex, 43 bolívares; bolso playero americano, 12,15 bolívares.

Fue todo un acontecimiento en la región, como ocurre hoy con las tiendas que ofertan y dan crédito.
Almacenes Giganti, en el centro comercial Aventura, propiedad de Giacomo Giganti, fue otro de los grandes comercios de la época que movían el comercio.
Otro de los centros comerciales íconos de la ciudad en aquella época fue la tienda Extra Barato, ubicada en la avenida 5 de Julio con avenida Santa Rita, en el antiguo Banco Nacional de Crédito. Siempre se ofreció como la mejor opción para compras al por mayor y al detal, con los mejores precios del mercado en una amplia variedad de productos, para negocios pequeños o grandes, asegurando a los compradores maximizar sus ganancias. Negociaban directamente con los fabricantes y proveedores para obtener descuentos exclusivos y trasladar esos ahorros a los clientes.
La tienda Trajes Tortolero, ubicada en una esquina de la avenida 5 de Julio, en una de las principales zonas comerciales de la ciudad, ofrecía los trajes de última moda. ¿Cuántos no compraron su primer flux en esta tienda para hacer la primera comunión, la graduación de bachillerato, el estreno de diciembre o para casarse?
Una tienda de competencia, Dorsay, especializada en ropa para caballeros, apareció con un eslogan a nivel nacional que atrapó el mercado: "Como Dorsay no hay".

Noticia al Día
.