Los venezolanos desde donde están se unen en un solo sentir en una manifestación colectiva conocida como la procesión de la Divina Pastora que es la máxima expresión de fe de los habitantes de la entidad, quienes cada año realizan actividades que fortalecen la veneración mariana y atraen a visitantes de todo el mundo, en un encuentro de canto, rezos, promesas y plenitud espiritual.
Fue el 14 de enero de 1856 cuando los pobladores de Santa Rosa llegaron con la imagen de la Divina Pastora en brazos, a participar en los rezos organizados por el sacerdote José Macario Yépez, y para ese momento párroco de la iglesia Concepción, en Barquisimeto, con el objetivo de suplicar con mucho fervor que terminara la epidemia del cólera, cuya enfermedad ya había cobrado muchas vidas.
Los santarroseños fueron testigos de la rogativa de Yépez, quien, en un acto público y lleno de fe, ofreció su vida con tal de que desapareciera la enfermedad.
“Milagrosamente, la epidemia cesó y el padre Yépez murió ese mismo año”, según se recoge en el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano.
Miles de devotos han llegado hasta el Arco de Santa Rosa para acompañar a la Divina Pastora en su tradicional recorrido por las calles de Barquisimeto.
El arco floral que adorna la entrada al templo es un espectáculo visual que refleja la devoción de los fieles. Cada flor, cada detalle, es un testimonio del amor y la esperanza que los creyentes depositan en la Virgen.
Foto: La Prensa de Lara
Noticia al Día / Javier Sánchez