Sábado 09 de noviembre de 2024
Opinión

Simón Bolívar no es un mito (Nirso Varela)

Sin desdeñar todo cuanto se ha escrito para “desmitificar” la figura histórica de Simón Bolívar, consideramos necesario sugerir algunas precisiones…

Simón Bolívar no es un mito (Nirso Varela)
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Sin desdeñar todo cuanto se ha escrito para “desmitificar” la figura histórica de Simón Bolívar, consideramos necesario sugerir algunas precisiones demasiado elementales, para intentar no confundir, aún más, a nuestros maltratados alumnos de la educación pública, muchas veces “educados” solamente dos días a la semana, por “docentes” improvisados provenientes de la “chamba juvenil”, con programas y textos oficiales con fines de adoctrinamiento político e ideológico.

 “El mito Bolívar” es una expresión retórica, una acepción injuriosa que deforma, tanto como el culto bolivariano, la verdad histórica. Simón Bolívar no es Hércules, no vino del Olimpo. Bolívar no es un mito, Bolívar es Historia real. Una cosa es el culto y otra muy distinta es el mito. El culto a su personalidad y existencia, no lo elevan a categoría de ser divino ni mitológico, pese a algunas exuberancias metafóricas en actos públicos conmemorativos y en muchas biografías. Todo lo que concierne a la vida y obra de Bolívar, es verificable, escrutable, comprobable a través de documentos originales, tangibles, fidedignos.

En la mayoría de los casos, el culto y la leyenda épica no proceden de la imaginación de los menos instruidos académicamente, sino de mentes lúcidas e ilustradas como Eduardo Blanco. Y han sido también mentes lúcidas e ilustradas en reputadas posiciones académicas, quienes se han dejado seducir por las intrigas post mortem surgidas contra Bolívar, que los hombres de su tiempo se encargaron de enrostrarle de distintas maneras. No hay ofensas, ni epítetos, no hay acusaciones, merecidas o no, que el propio Bolívar no haya conocido y padecido en carne propia.

No es que algunos iluminados hayan visto lo que no vieron Rafael María Baralt o José Gil Fortoul. La verdad no ha estado oculta exprofeso. Los historiadores clásicos, románticos, positivistas y aun los marxistas, se dejaron llevar por la fascinación que inspira la vida y obra del héroe, se extraviaron en elogios y dieron poca importancia a los deslices, errores y excesos de Bolívar a la vista de todos. Aunque en su prudencia y exacta valoración de los hechos, inmersos en la temporalidad de las corrientes ideológicas que influyeron en sus vidas, algunos como Juan Vicente González, señalaron con punzante acritud, procedimientos militares inhumanos ordenados por el Libertador en 1814.

Bien lo asevera el Dr. José Rodríguez Iturbe, “El culto a Bolívar” (1964) de Germán Carrera Damas, trazó un antes y un después, respecto al análisis historiográfico del Libertador. Desde entonces, sugirieron nuevos estudios y nuevos y destacados autores en la misma dirección, y el culto a Bolívar fue perdiendo terreno. Ya en los años 70, 80 y 90 del siglo pasado, los profesores de educación Media llevaron a las aulas nuevos criterios y una actitud más crítica, a la hora de honrar la memoria del Libertador en las distintas efemérides previstas en los programas escolares. Las universidades jugaron un papel decisivo en la formación de las nuevas promociones.

A principio de los 90, durante la administración del Dr. Gustavo Roosen, se realizaron en el Ministerio de Educación varios encuentros de educadores de bachillerato, muy bien organizados y mejor financiados por la cartera a su cargo. Una semana de viáticos con dinero efectivo para gastos de hotel 3 estrellas y buena alimentación, pasajes aéreos de ida y vuelta y suficiente café y refrigerios para jornadas de 8 horas diarias, en una sede con todos los servicios ubicada en Caracas, para educadores de Educación Media de todo del país.

 El fin era discutir con los docentes, la implantación de un nuevo paradigma educativo y nuevas estrategias pedagógicas consensuadas, en las diversas áreas de conocimiento. Y en lo que concierne a las Ciencias Sociales, el profesorado en general estuvo lejos de abordar la forma tradicional de estudiar la vida y obra de Bolívar en la materia “Cátedra Bolivariana” y en los actos conmemorativos.

Solo algunos miembros ortodoxos de las Sociedades Bolivarianas del país, muy cultos y eruditos, por cierto, mantenían el compás trazado durante el siglo XIX en los festejos oficiales. Por lo demás, el mito estaba vencido y Bolívar se presentaba como un ser de carne y hueso en el ámbito educativo y cultural. Todo se perdió con la llegada del gobierno bolivariano, que reactivó el culto a Simón Bolívar y pretendió cambiar la Historia de Venezuela, para justificar la permanencia en el poder de un nuevo “héroe nacional”, esta vez, con “facultades omnímodas”.

Será necesario construir un nuevo discurso sobre los actores sociales de la independencia, en la próxima rehabilitación de Venezuela. Un discurso objetivo, sin adjetivos supra terrenales ni descalificaciones apasionadas, un discurso que haga honor a la humanidad verdadera. Un discurso pedagógico, para todos los públicos, no solo para especialistas. Dejar atrás las rivalidades egocéntricas, la discriminación académica y el complejo de superioridad, y dedicarnos a la recuperación de la Venezuela que todos anhelamos, cada quien, desde su trinchera. Y salir por fin, de la trama que abrió un paréntesis nefasto en la historia republicana de Venezuela, y debe cerrarse en 2024.

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