Podríamos señalar que la Historia de Venezuela es la Historia de Caracas y sus alrededores. Todas las referencias acerca de nuestro pasado se hacen partiendo de Caracas. Y esto queda mucho más remarcado cuando se estudia la Independencia de Venezuela (1810-1823).
El centralismo radicado en Caracas es el resultado de la reforma administrativa llevada a cabo por los Borbones en el crucial y fronterizo año de 1777. Con la fundación de la Capitanía General de Venezuela la administración imperial se propuso un control más sectorizado y efectivo de los muy dispersos territorios americanos.
Y en el caso de las provincias de Venezuela el epicentro demográfico y económico de relieve estuvo en la Provincia de Caracas. Las demás, encabezadas por Maracaibo, Cumaná, Margarita, Coro, Guayana y Trinidad junto a las entidades andinas y llaneras tuvieron un destino histórico subalterno. En la Independencia no sólo se dirimió la ruptura contra la Metrópoli sino las supremacías interprovinciales.
Todo esto lo sabe bien Olga González-Silén, una historiadora venezolana/estadounidense muy capaz y respetada en nuestro medio y con una formación de primera ya que es Licenciada en Historia por la Universidad de Duke en el año 2002 y en el 2014 terminó un Doctorado en Historia en la Universidad de Harvard.
Olga González-Silén quizás sea la principal especialista en el tema: “Emparan”. Y cuando decimos Emparan nos estamos refiriendo a la máxima autoridad política y militar de la Capitanía General de Venezuela radicado en su capital Caracas. Y que protagonizó, luego de su defenestración, el primer evento de ruptura que precipitó a la mismísima Independencia: el 19 de abril de 1810.
Emparan y el 19 de abril de 1810 es un evento geográficamente caraqueño. Seamos más precisos: un evento de la Provincia de Caracas. Razón por la cual Olga González-Silén nos brinda un estudio superior sobre ésta coyuntura pre-revolucionaria.
Para ello utilizó un hecho que produjo ruido y controversia social en los incipientes espacios públicos del momento: la Leva de Vagos del año 1809. Y esto es lo más interesante: un hecho desconocido por la mayoría de los venezolanos. Incluso, hasta por sus mismos especialistas y expertos historiadores. En mi caso particular tengo que reconocerlo que es así.
Olga González-Silén, con éste estudio logra llenar un vacío historiográfico. Y se conecta al mismo nivel del gran historiador clásico Caracciolo Parra Pérez y su esencial: Historia de la Primera República de Venezuela (1992): principal estudio competente para comprender la víspera del 19 de abril de 1810.
La Leva de Vagos de 1809 fue una medida político/militar impopular ordenada por Vicente de Emparan para robustecer el ejército y sospechamos que también para reafirmar una autoridad, la propia, que se sostuvo sobre un piso muy frágil. Pocos venezolanos saben hoy que en 1809 España estaba invadida y los reyes borbones depuestos. Que un hermano de Napoleón Bonaparte era el nuevo rey de los americanos españoles.
Y que desde España el pueblo se rebeló contra el invasor francés y se organizaron Juntas Provinciales de resistencia. Que hubo también una Junta Suprema Central que pretendió suplantar la autoridad de los reyes depuestos y que se encargaría de la resistencia patriótica.
Los americanos quedaron varados. Sin apenas información por lo gigantesco de las distancias y la precariedad de los medios de transporte: el desconcierto se apoderó de ellos. Además, hubo resignación ante la guerra metropolitana (1808-1814) por la fama de la invencibilidad del ejército napoleónico. Esto llevó en 1808 a que los patricios de Caracas intentaran una Conjura para derribar al Capitán General en funciones: Juan Casas.
Vicente de Emparan, designado nuevo Capitán General en 1809, vino con la misión de poner orden en el desorden y garantizar un apaciguamiento dentro de un entramado social inquieto y caracterizado por la desconfianza que el clima de incertidumbre acrecentó en su momento. Esto respecto a los asuntos internos. La amenaza de una invasión de Francia sobre las costas de Venezuela fue otra mortificación muy grande y que se intentó atender con el fortalecimiento del ejército.
Según lo que nos relata Olga González-Silén, el reclutamiento forzoso fue un fracaso ya que se hizo de una forma un tanto improvisada y sin medir las consecuencias negativas que ésta produjo entre los mismos entes gubernamentales y las distintas clases sociales de la Provincia de Caracas. La Real Audiencia fue la principal institución en oponerse a Emparan.
En 1806, en plenas convulsiones por la invasión de Miranda sobre Coro, había en Venezuela una fuerza de línea de 1370 soldados, de los cuales 600 en Caracas, 200 en Cumaná, 280 en Maracaibo, 150 en Guayana y 40 en Margarita. Hubo también 100 artilleros y las milicias se elevaban a 4780 hombres. Datos estos que aporta Parra Pérez y contrasta con los 950 soldados en línea que hay en 1809 según el estudio de Olga González-Silén.
“Modernizar el ejército de Caracas, creía Emparan, era fundamental para reducir la dependencia de las milicias y fortalecer el gobierno de la provincia. Su plan requería un aumento en el número de soldados regulares, junto con la centralización del mando y la compra de nuevas armas y uniformes. En la práctica, el reclutamiento de soldados resultó ser un desafío”.
Un desafío que presentó serias resistencias de parte de una Real Audiencia que sintió menoscabada su autoridad por parte de Emparan y de unos patricios descontentos por los ultrajes recibidos en la fallida Conjura del año 1808. Además, el impacto de la Leva de Vagos de ese año 1809, fomentó el descontento en sectores populares de súbditos libres que si bien eran la mayoría no gozaban de los derechos de quienes desde la cúspide de poder político y económico ejercían supremacía en la Provincia de Caracas.
Lo cierto del caso es que éste asombroso hecho: la de un reclutamiento forzoso y mal concebido contribuyó a la impopularidad de Vicente de Emparan en la Provincia de Caracas y precipitó su caída el 19 de abril de 1810. Y no por parte de los jueces de la Real Audiencia y mucho menos del llamado Pueblo sino por parte del mismo ejército que intentó reformar y ponerlo a su propio servicio. Fueron los integrantes del Cabildo de Caracas en alianza con los jefes de las milicias locales los que le dieron un golpe de Estado.
Ningún pasado se puede recuperar salvo que lo sea tangencialmente. Armar el rompecabezas de tantas memorias sobre hechos dispersos y caóticos es el reto supremo de un buen historiador. Trabajamos con hipótesis mudables que conducen a certezas débiles y precarias. Razón por la cual nuestros resultados son siempre provisorios y en permanente revisión.
Olga González-Silén, pudo respaldar cada una de las premisas que le permitieron dilucidar el tema que abordó con fecundidad de fuentes documentales, muchas de ellas inéditas. Su profesionalismo es convincente y nos permite una compresión amplia del tema escogido aportando nuevo conocimiento histórico. Sólo los buenos historiadores son capaces de lograr éste cometido esencial.