Miércoles 04 de diciembre de 2024
Opinión

Educación y bonos de hambre (Nirso Varela)

Los “bonos de la patria”, que otorgados a educadores llevan el ribete de, “contra la guerra económica”, constituyen la forma…

Educación y bonos de hambre (Nirso Varela)
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Los “bonos de la patria”, que otorgados a educadores llevan el ribete de, “contra la guerra económica”, constituyen la forma de control social más miserable y  humillante. Son parte del guion urdido en La Habana para difuminar la educación pública democrática, e implantar un modelo educativo para el adoctrinamiento y la manipulación. Porque sencillamente, el sistema paralelo de misiones “educativas” Robinson y Rivas, fracasó asfixiado por su propia bajeza y corrupción.

En la mayoría de casos, los bonos se aceptan sin agradecer nada a nadie, con dignidad, sin miedo a burlas de chavista sádicos, fanáticos y sectarios. Esos recursos ni siquiera proceden de los salarios robados. Es dinero inorgánico, falso, fraudulento, no lo otorgan como un acto de benevolencia, no es un incentivo ni un gesto de buena voluntad. Para un régimen de funcionarios ricachones y ostentosos, es solo un hueso relamido que se echa al perro callejero.

Los  bonos se cobran con arrechera, con indignación, conscientes del triste papel al que nos sometió el chavismo. Hacia 2019 y 2020, el régimen comunista cerró filas y propició la peor hambruna que haya padecido Venezuela, convirtiendo a los ciudadanos, en su mayoría, en esqueletos vivientes, harapientos como en Cuba, viviendo de migajas, mendingando o comiendo de la basura; sin electricidad ni transporte, sin servicios públicos, sin  gasolina ni dinero circulante; docentes sin seguridad social ni esperanzas, en medio de una espantosa hiperinflación. Escenario ideal para los “bonos de la patria”. Solo quedaba huir.

Los que no pudimos o no quisimos emigrar, nos vimos obligados a sobrevivir con nuestros sueldos y pensiones, como prisioneros en campos de concentración. El régimen comenzó a administrar la gasolina, alimentos y medicinas, a través de su plataforma virtual. Fragmentó el pírrico salario de la educación, para hacerse propaganda  a través de la página patria, pagando una proporción como “bono contra la guerra económica”. Estamos cerca de volver a ese ultraje.

Hoy la educación venezolana sufre su peor momento. La mediocridad ha invadido las instancias administrativas. Cursa una etapa de oscurantismo, decadencia, politiquería, primitivismo y marginalidad del docente. La educación pública y las universidades, son las víctimas más sensibles de la guerra económica iniciada por Hugo Chávez contra la propiedad privada, y por el desfalco de la industria petrolera, perpetrado por su entorno de confianza, en sus propias narices.

El régimen quiere controlar la educación para hacer de los maestros y profesores,  fichas de juego, peones de ajedrez, títeres de sus concentraciones, sumirlos en una especie de muerte emocional, sin entusiasmo, para que vayan a las escuelas y liceos a repetir las consignas de los subyugados, y no a confrontar prototipos, crear nuevos paradigmas, hacerse de una experiencia vital, significativa, incentivados por su vocación.

No todo está perdido, existen casos excepcionales. Algunos héroes anónimos, desconocidos para la mayoría, luchan para mantener semiabiertas las derruidas universidades. Muchos de ellos con la esperanza de que les alcance la vida para ver de nuevo la ALMA MATER en todo su esplendor. Trabajo que realizan quienes se mantienen en sus actividades a pesar de la ausencia de alumnos, bajos salarios y la desaparición total de la seguridad social.

Y en escuelas y liceos, los verdaderos educadores continúan impartiendo Educación para la convivencia y la autoestima, sin seguir las patrañas que emanan de  los entes burocráticos. Siguen las luchas de la dignidad profesional, protestando pedagógicamente en medio de amenazas de “colectivos” asesinos, traicionados por sus pusilánimes dirigentes gremiales, con salarios de hambre, bonos humillantes, ruina de locales educativos y deserción escolar. Hasta que Dios meta su mano y llegue la Justicia Divina.

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