El punto de partida del Día de la Zulianidad se encuentra en la conmemoración de la declaración de independencia de la provincia de Maracaibo. Sin embargo, en la historia tradicional de Venezuela poco se ha dicho acerca del pronunciamiento del cabildo de Maracaibo, de fecha 28 de enero de 1821, en el cual se declara al “pueblo de Maracaibo, libre e independiente del gobierno español (…) y, en virtud de su soberana libertad, se constituye en República Democrática y se une por los vínculos del pacto social a todos los pueblos vecinos y continentales que bajo la denominación de República de Colombia defienden su libertad e independencia bajo las leyes imprescriptibles de la naturaleza”.
Esta omisión guarda relación con la atención exclusiva que esta historia nacional presta a los acontecimientos relacionados con el 19 de abril de 1810 y su desenlace en la declaración de independencia de la Confederación Americana de Venezuela, el 05 de julio de 1811. Obviamente, tal valoración focaliza los hechos protagonizados por el centro (Caracas) y desestima la participación de la periferia (Maracaibo). No obstante, la historiografía regional (zuliana) en su interés por comprender la inserción de Maracaibo en la transición del régimen monárquico al régimen republicano, ha aportado luces que permiten conocer algunos rasgos esenciales de dicha transición, sin desestimar la intervención de Caracas y del conjunto de provincias.
De esta manera, la crisis desatada en España a raíz de la ocupación napoleónica y las abdicaciones de Bayona, llevaron a las provincias de la Capitanía General de Venezuela a una disyuntiva: continuar su adhesión al gobierno monárquico, o asumir por cuenta propia la soberanía e independizarse. Esta última opción fue la adoptada por la provincia de Caracas el 19 de abril de 1810 (declarando fidelidad a Fernando VII, pero desconociendo la Regencia y al Capitán General Vicente Emparan), y en función de ello convocó al resto de provincias para que bajo su conducción se sumaran a esta causa de ejercicio de la “soberanía interina”. La respuesta recibida fue diversa: algunas provincias, Margarita, Cumaná y Barinas, aceptaron sin demora; otras, Maracaibo y Guayana, rechazaron la propuesta, al igual que la ciudad de Coro; y un grupo de ciudades, Barcelona, Mérida y Trujillo, respaldaron la iniciativa de Caracas a cambio del reconocimiento de su autonomía y elevación a la condición de provincias. Por tanto, la decisión del cabildo maracaibero, solo contó con el respaldo de algunas localidades de su región: Nuestra Señora del Rosario de Perijá, San Bartolomé de Sinamaica y Gibraltar; siendo a su vez rechazada por las poblaciones andinas que formaban parte de su jurisdicción: La Grita, Mérida, Trujillo y la Villa de San Cristóbal.
En efecto, cada región y cada localidad, respondieron procurando la defensa de su autonomía, de sus intereses políticos y económicos. Recién en 1777, el amplio territorio de la Capitanía General había sido unificado administrativamente en torno a Caracas, pero por largo tiempo cada provincia o región tuvo su propia dinámica social, comercial y política; donde la conducción ejercida por sus respectivas elites, fomentó la aparición de varios microespacios de poder que, ante la crisis del sistema tradicional, apostaron por su autopreservación, más allá de si se identificaban con la República o la Monarquía.
En consecuencia, la tardía incorporación de Maracaibo a la causa independentista tuvo las mismas motivaciones que llevaron a las ciudades de Mérida y Trujillo a fragmentar la provincia marabina para salvaguardar sus intereses mediante un pacto federativo con Caracas; motivaciones similares a las de Barcelona al decidir separarse de Cumaná y constituirse en provincia autónoma; o las mismas que encaminaron a la elite caraqueña a abrazar la audaz y temeraria determinación de liderar la conformación de una república independiente.
A pesar del interés de las autoridades monárquicas por mantener el control de Maracaibo, y del respaldo que recibiera de la dirigencia maracaibera, el curso de la guerra fue mellando la fidelidad de ésta hacia la Corona española. Entre 1817 y 1819 las fuerzas insurgentes de Simón Bolívar desplazaron a los realistas del control de regiones que, por sus características geográficas, resultaban estratégicas para una posterior ocupación de Maracaibo. El caso más significativo fue el control de la provincia de Guayana, que permitió dotar al ejército libertador de provisiones y facilidades en su desplazamiento.
El 28 de enero de 1821, el Ayuntamiento maracaibero, reunido en cabildo abierto, declara a Maracaibo libre e independiente del gobierno español, asumiéndose como un Estado constituido, y basándose en principios modernos (libertad, democracia, pacto social), proclama que se constituye en República Democrática, y como tal se une a los pueblos que conforman la República de Colombia. En estos términos se expresaba la devoción de aquellos hombres y mujeres por esta tierra, a la cual sentían cercana y propia, por lo que la defendieron del centralismo y reivindicaron su autonomía, es decir, su derecho a conducirse, a decidir por sí misma acerca de los asuntos que guardan relación con su anhelo de prosperidad.
En el marco de esta celebración del gentilicio zuliano, conviene que vayamos replanteando la forma como hemos concebido la zulianidad. El concepto en cuestión alude al reconocimiento y exaltación del gentilicio, el cual ha estado unido al regionalismo. No obstante, nuestro regionalismo ha quedado reducido a la emotividad o afectividad del zuliano con respecto a nuestro estado, sin que haya evolucionado a un nivel de conciencia en torno a los derechos y deberes que implica formar parte de este hermoso estado. Debemos darle contenido a nuestro regionalismo, siendo consecuentes con la defensa consciente, organizada y responsable del interés regional, y al mismo tiempo cumplir cabalmente nuestros deberes como ciudadanos de Venezuela y de la aldea global, que como sabemos corre grave peligro, debido a los desequilibrios que le hemos causado al no priorizar la preservación del medioambiente.
Hoy nos alegramos de ser zulianos; que esta alegría perdure y se acreciente a medida que nuestro esfuerzo y trabajo contribuyan al engrandecimiento de nuestro estado.