Martes 12 de noviembre de 2024
Opinión

Apuntes del Cronista: Bicentenario de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo (Dr. Reyber Parra Contreras)

La progresiva expansión del anhelo de libertad en el pueblo maracaibero llegó a su cenit en 1823. En efecto, la…

Apuntes del Cronista: Bicentenario de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo (Dr. Reyber Parra Contreras)
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La progresiva expansión del anhelo de libertad en el pueblo maracaibero llegó a su cenit en 1823. En efecto, la adhesión de Maracaibo a la causa independentista respondió a un proceso gradual, cuyo término fue la Batalla Naval del Lago de Maracaibo. Si bien prevaleció por largo tiempo el reconocimiento a la institucionalidad monárquica por parte de la dirigencia local, este vínculo se vio resquebrajado, dando lugar a la aparición de varios movimientos de resistencia a la continuidad del orden monárquico colonial. Entre ellos, el más significativo fue el intento insurreccional de los días 12, 13 y 14 de febrero de 1812, asociado a la llamada Escuela de de Cristo, donde se intentó deponer al gobernador de Maracaibo Pedro Ruíz de Porras, mediante la acción conjunta de al menos 40 intelectuales y oficiales, quienes procuraron el respaldo de las masas a fin de instaurar el orden republicano.


El fracaso de este movimiento fue sucedido por un período de relativa estabilidad en el control de Maracaibo por parte de las autoridades monárquicas. La defensa de sus intereses políticos y económicos, la desconfianza que suscitó el proyecto de centralización gubernamental promovido desde Caracas, condujo a la elite maracaibera a respaldar la continuidad del orden establecido y a no involucrarse en la sangrienta guerra de independencia que minó la tranquilidad y la prosperidad de Venezuela.


A pesar de declarar su independencia el 28 de enero de 1821, Maracaibo volvió a ser controlada por los realistas el 07 de septiembre de 1822. Las circunstancias exigieron que una escuadra naval de la República de Colombia, dirigida por el general José Padilla, se enfrentara a la flota realista del general Francisco Tomás Morales y del capitán de navío Ángel Laborde.


El 24 de julio de 1823 las fuerzas beligerantes se dispusieron al combate naval, aproximadamente a las 3 de la tarde, en la Bahía de Los Pozos, cerca de Capitán Chico, al Norte de Maracaibo. La escuadra colombiana poseía amplia ventaja con respecto a la flota realista: disponía de 3 bergantines, 6 goletas y al menos 12 embarcaciones que conformaban sus fuerzas sutiles, con una dotación de 2200 combatientes, 96 piezas de artillería y capacidad de fuego de 1557 libras de bala; por su parte los realistas poseían 1 bergantín, 14 buques, 16 unidades menores o fuerzas sutiles, con 1645 combatientes, 67 piezas de artillería y capacidad de fuego de 594 libras de bala.

Adicionalmente, la flota patriota contaba con navegantes experimentados, una parte de ellos extranjeros con formación militar, algunos dedicados al corso y otros a la piratería; a diferencia de los realistas, donde según el testimonio de Laborde escaseaban -además de armamento apropiado-, marineros diestros o entrenados para la guerra. Llama la atención el número significativo de oficiales extranjeros que sirvieron a la República de Colombia durante la Campaña de Maracaibo y la Batalla Naval del Lago, procedentes de variadas naciones, entre ellos: Renato Beluche, de Francia, Sebastián Boguier, de Italia; Peter Storns, de Inglaterra; Jhon Yrwin, de Irlanda; Marco Markin, de USA; Benito Urdaneta, de Argentina; José Miguel Crespo, de Curazao; Jaime Brun, de España; Juan Brigard y Dombrowski, de Polonia; Juan Teófilo Minuth, de Rusia; Bernardo Bolonegsa, de Dominicana; Joseph Rastegui de Bellagarde, de Haití; y los hermanos Francisco y José Padilla, de Nueva Granada. La naciente República de Colombia atraía hacia sí a militares profesionales y también a aventureros extranjeros, quienes llegaron a estas tierras para labrarse un futuro, exponiendo sus vidas para la consecución de un ideal a la par de algún beneficio personal.
La valiosa contribución de estos hombres fue acompañada por la respuesta valiente de muchos maracaiberos, altagracianos y santarritenses que se integraron a la impostergable misión de librar en las aguas del lago, la batalla que aseguraría la independencia de Venezuela. Desconocemos los nombres de todos ellos; en el caso de los oficiales nativos de Maracaibo, podemos citar a: Juan Anselmo Belloso, Tomás Vega, José Trinidad Arria, Felipe Parra, Pablo Ávila, Antonio Bozo, Cecilio Bravo, José Luís Pérez, José Francisco Butrón, Tomás Calanche, Francisco García, Manuel Yepes, Juan Evangelista González, Juan Ignacio Valbuena, Luís Celis y Manuel Bravo.


El triunfo de la flota patriota fue contundente: los realistas presentaron, entre heridos y muertos, cerca de 800 hombres, con un total de 69 prisioneros; los vencedores tuvieron 44 bajas y 119 heridos.


Sin capacidad para reponerse de tan apabullante victoria republicana, y quedando bloqueados por vía marítima, los realistas no tuvieron otra opción que aceptar los términos de una capitulación, que sería suscrita en Maracaibo por el último Capitán General de Venezuela, el día 03 de agosto de 1823.
200 años después de aquella heroica batalla, el escenario donde se alcanzó la independencia definitiva de Venezuela con respecto al dominio español, nos reclama un grado superior de conciencia por parte del pueblo y del Estado venezolano, a fin de librar un nuevo combate -aquel que ha de vencer la indiferencia- a fin de salvar el Lago de Maracaibo de la infame contaminación que sufre como consecuencia de un siglo de maltrato inhumano.

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