Para monseñor Ovidio Pérez Morales, figura relevante de la Iglesia en Venezuela, la democracia es como una planta que amerita cuido, riego y poda. Sostiene que por muchos años se pensó que nada la debilitaría, que tenía un piso asegurado, que los propios venezolanos serían sus garantes. “Y no fue así”.
En entrevista exclusiva concedida a Noticia al Día, Pérez Morales habló de la democracia, la educación, la corresponsabilidad de la sociedad civil y las instituciones, así como los retos del presente y futuro de la Iglesia, de cara al país.
En su radiografía de la nación, el prelado manifiesta que hemos vivido tiempos de una fuerte crisis de pragmatismo, en la cual se dejó a un lado la formación de nuevos cuadros desde el punto de vista ético, cultural, social, político.
"… Y se cayó en lo que se suele caer, en una praxis política demasiado utilitarista, donde lo que cuenta es el ascenso de liderazgos, el número de seguidores…, no importa el candidato porque las maquinarias del partido se encargan de llevarlo al poder", dice.
"Somos seres políticos"
Monseñor Pérez Morales, expresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, recalca que la democracia necesita un sustento permanente de responsabilidad ciudadana, de mutuo control, de formación, de educación, lo cual no es algo que se mantiene por sí mismo. “En Venezuela esto se descuidó”.
Así mismo, cuestiona la antipolítica. “Dios nos creó como seres políticos, seres sociales, para vivir en la polis. No volcados en nosotros mismos, sino seres relacionales”.
Y es así, porque -según reflexiona- el Dios revelado por Cristo es un ser que se comunica (…) “Padre, Hijo y Espíritu Santo, es relación interpersonal, diálogo, comunión. Él nos hizo a su imagen y semejanza. La convivencia no es un agregado, es algo inherente al ser humano”.
Esto se manifiesta en el mandamiento máximo de amor al prójimo, el cual convoca al “relacionamiento afectuoso, respetuoso, con todos sus matices”.
En la educación y formación ciudadana está la clave
Para llegar a este escenario ideal, la educación juega un rol preponderante. Pérez Morales recuerda aquella materia de obligatorio cumplimiento en las escuelas, llamada Moral y Cívica, así como otras experiencias académicas como la República Escolar, donde se formaba a los niños en valores ciudadanos.
“Era un ejercicio, una práctica gubernamental entre personas pequeñitas, que se iban habituando, aprendiendo que la sociedad es un tejido organizado y no un montón de seres humanos, a ver qué sale de eso. Eso era muy pedagógico”.
“La formación de la gente es importante y vale para la sociedad, la Iglesia y para toda la comunidad. Formar a la gente con una mente crítica, capaces de medir las cosas…”, expresa, para luego recordar que “Dios nos dio una mente para el discernimiento”.
La fallida revolución de la inteligencia
En este contexto, una de las cosas que lamenta, según refiere, es el entierro de aquella famosa iniciativa llamada la Revolución de la Inteligencia, planteada por Luis Alberto Machado y que comenzó a tomar cuerpo en el gobierno de Luis Herrera Campins.
“De qué sirve tener tantos recursos, si la población desconoce cómo aprovecharla… Ese es un campo del cual los políticos no se ocupan. La Revolución de la Inteligencia murió sin tener dolientes”, apunta.
Menos observadores, más protagonistas
De igual manera, estima importante resaltar que en una sociedad democrática el individuo es visto como persona y no como una ficha. “En un régimen democrático las personas son portadoras de una dignidad, de derechos humanos fundamentales”.
En el lado opuesto, “hay regímenes para los cuales la gente es un montón, un agregado del cual se dispone y al cual se maneja como se quiere, no importando su suerte, su alegría o su tristeza”.
Desde su óptica, el mismo fenómeno se manifiesta en ciertos liderazgos políticos, que se interesan por las cifras de seguidores, pero no se preocupan por lo cualitativo.
Estas y otras distorsiones de la sociedad venezolana han conducido a un proceso de masificación, que contradice a la democracia. "… Hasta llegar a un líder que diga que él es el país, la sustanciación del país en una sola persona".
“Una democracia necesita personas que piensen, que ejerzan su responsabilidad, que sean protagonistas y no observadores”, puntualiza monseñor Pérez Morales.
La Iglesia debe formar para la convivencia
La Iglesia no escapa al escrutinio de nuestro entrevistado, quien le atribuye fallas en la formación de los creyentes, “propiciando una religiosidad muy verticalista, con un concepto de Dios muy solitario, que tiende a entender la creación como seres humanos solos, dejados a su real saber y entender”.
Y vuelve a recalcar: “El ser humano fue creado para tejer, para entrar en relación, con una dignidad inalienable, en una sociedad que les permita crecer y desarrollarse”.
“¿Qué convivencia se está tejiendo? Las implicaciones son tremendas. Es un desafío grande para la Iglesia de todos los tiempos y, obviamente, para este tiempo…”, acota.
Su amor por el Zulia y la Chinita
Monseñor Ovidio Pérez Morales fue nombrado arzobispo de Maracaibo en 1992, una responsabilidad que ejerció durante seis años, en los cuales construyó entrañables lazos con la feligresía y con la fe de los zulianos por la Virgen de Chiquinquirá.
“Mi amor por la Chinita es grande. Fueron seis años de servicio en el cual se sembraron buenas experiencias”, manifiesta.
Sin embargo, su gestión no estuvo exenta de ciertos conflictos que lo llevaron a solicitar al Papa que aceptara su renuncia para que la Iglesia zuliana “pudiera salir de los enredos y tensiones que había”.
En su publicación Verdad liberadora en tierra zuliana, da cuenta detallada de este percance ya superado, del cual habla sintiéndose en completa paz.
“Salvé a la Iglesia de un escándalo”
En pocas palabras, Pérez Morales asegura haber “salvado a la Iglesia de un escándalo”, debido a un ambicioso proyecto impulsado desde la corporación Niños Cantores para ser desarrollado en la Isla de Providencia, ubicada en el Lago de Maracaibo.
La Isla de los Niños fue el centro de la diatriba. Como Arzobispo se opuso a que la Arquidiócesis tuviese algo que ver con la referida iniciativa, distante de la misión eclesial y de la cual sospechaba que traería más daños que beneficios.
Ovidio Pérez Morales: "Pagué los platos rotos"
“Recibí un informe, referido a los resorts, donde se indicaba que ya se estaban abriendo oficinas de venta en Cali y Medellín… Mis acciones no iban dirigidas contra nadie, sino contra lo que iba a ocurrir desde el punto de vista empresarial, laboral, sindical… el narcotráfico en pleno lago de Maracaibo… Lo que sucedió, sucedió y yo pagué los platos rotos…”, relata.
Transcurridas más de tres décadas, afirma que volvería a obrar de igual manera, con la certeza de haber tomado las mejores decisiones.
La sabiduría en las cosas sencillas
“Siendo niño, en mi escuela de Pregonero, aprendí a no desgajar árboles, no matar pajaritos y a ayudar a los ancianos a cruzar la calle… tres cosas ecológicas, sencillas, pero significativas…”, que aplican tanto al entorno inmediato como al país, en palabras de monseñor Pérez Morales.
Así se conecta con la metáfora que hizo al inicio de esta conversación, al describir a la democracia como a una planta que amerita ser cuidada. Así mismo, la importancia de la educación para construir un mundo distinto y formar liderazgos para lograrlo.
Entre libros, reflexiones y propuestas
Ovidio Pérez Morales reside en las afueras de Caracas, en medio de un silencio y verdor que invitan a la contemplación, a la serenidad.
“Actualmente, mantengo mi actividad de reflexión, sigo escribiendo en El Nacional, en Reporte Católico Laico, escribo libros, doy charlas. A esta edad empieza uno a estar más tranquilo, pero mientras la mente no repose, uno se mantiene activo”, afirma.
Confiesa que, ya cercano a sus 91 años, hay dos o tres cosas que le causan gran ilusión: una de ellas es la propuesta de la Cruz Trinitaria, una actualización de la señal de la cruz que realizan los católicos.
“El signo cristiano es la Cruz, que representa a Cristo. Cuando se hace la señal de la Cruz, se nombra a la Trinidad, pero se traza el signo de Cristo. Así, monseñor invita a acompañar las palabras con un gesto que dibuje un triángulo equilátero, en representación de las tres divinas personas.
La Cruz del tercer milenio
“La Cruz Trinitaria simboliza, por tanto, el misterio central y nuclear de nuestra fe cristiana”, explica en una estampita que ha comenzado a entregar entre los feligreses y miembros del clero, incluso a través de las redes sociales.
“En eso estoy… yo soy tuitero, y desde allí voy difundiendo y he realizado algunos escritos”. Incluso le escribió sobre el tema al papa Francisco. “Yo creo que esta va a ser la Cruz del tercer milenio…”.
A la par, o en sintonía con estas ideas, Pérez Morales se mantiene fiel al mandamiento del amor, a la evangelización, a formar para la comunión. "Esa práctica nos salva en lo político, lo económico, lo social… Dios nos da el camino", puntualiza.
Así cierra la entrevista. Lo espera una conexión vía Zoom, para seguir expresando a otros su parecer y ejercer la misión de pastorear a la grey. En medio de aquellas apacibles montañas, me despide con la gentileza que le caracteriza.
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Fanny Reyes
Fotos y video: F Reyes / Edición: Isidro López
Noticia al Día