Probablemente, ni el propio Alberto Fernández recuerde con certeza todos los secretos que encierra su celular. Hasta su propio entorno lo califica de “desprolijo” en esas cuestiones y para muestra basta un botón: él mismo le entregó a la entonces primera dama, Fabiola Yañez, para entretenimiento de su pequeño hijo Francisco, un aparato que había dejado de usar sin reparar en que allí se encontraban los cariñosos y hoy harto conocidos videos protagonizados por Tamara Pettinato.
Se entiende así la preocupación que se extiende desde el viernes entre quienes fueron sus colaboradores y/o tuvieron contacto habitual con él durante su gestión: el teléfono y todo su contenido fue secuestrado por la Justicia como parte de la investigación que apunta contra el expresidente por haber golpeado a Yañez.
Fernández conservaba la misma línea desde hace décadas y su número figuraba en múltiples agendas. Según quienes mejor lo conocen, no borraba los chats de WhatsApp y utilizaba Telegram, una app de mensajería con fama de más segura, solo para hablar con Cristina Kirchner.
Curiosamente, fue ella la primera en hacer un comentario público al respecto. Sucedió en un acto en Ensenada en julio de 2022, cuando la entonces vice, ya en guerra abierta con el hombre que había ungido tres años antes, dijo sin nombrarlo: “Cualquiera puede leer mi celular, no sé si todos pueden decir lo mismo” (mientras hablaba, Martín Guzmán renunciaba al Ministerio de Economía por Twitter, pero esa es otra historia).
Pocas cosas potencialmente más indiscretas que un celular. Ni hablar del celular de un expresidente. Puede allí haber cuestiones de Estado. También, asuntos que deriven en causas judiciales. En el caso de Fernández, y siempre de acuerdo con su círculo cercano, se agregarían fotos, videos y diálogos con diferentes mujeres, algo que la propia Yañez aseguró en el reportaje que dio a Infobae en Madrid.
Esa propensión, esa “inconsciencia”, definen algunos del exmandatario a registrar y guardar ese tipo de material explicaría una decisión de otro modo incomprensible: por qué filmó los videos de Pettinato en la Rosada. Otros lo achacan a su “narcisismo”. No falta quien se incline por palabras irreproducibles.
Sin embargo, lo que genera aprensión entre quienes lo frecuentaron durante su mandato no son aquellos archivos que a lo sumo encenderán nuevos escándalos. Lo que los inquieta es si el temible celular -desde el cual, además, Fernández habría continuado hostigando a Yañez pese a la orden de restricción que le dictó el juez Julián Ercolini- contiene cuestiones pasibles de denuncias penales.
La propia causa por violencia de género señala cuál será el camino a seguir por la Justicia si descubre posibles delitos en el teléfono secuestrado a Fernández. Esa investigación nació a raíz de los chats hallados en otro celular secuestrado por otra causa, el de María Cantero, exsecretaria de Fernández, complicada por las millonarias maniobras con seguros en organismos del Estado que favorecían a su marido, Héctor Martínez Sosa.
Cuando Ercolini y el fiscal Carlos Rívolo, en junio, encontraron las fotos y los chats de Yañez con Cantero que revelaban los golpes de Fernández, abrieron un expediente paralelo, que terminó de tomar impulso la semana pasada, cuando la ex primera dama decidió presentar una denuncia formal.
Lo mismo debería suceder ahora en el hipotético caso de que en el teléfono del expresidente se hallen diálogos o archivos comprometedores.
Hay chats allí que guardan conversaciones de años. No son pocos los inquietos.
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Noticia al Día/Información de Clarín