Ismael Rosales es un trujillano que hace más de cuarenta años decidió radicarse en Maracaibo, buscando nuevos horizontes y mejores fuentes de empleo. La ciudad le recibió con absoluta generosidad. Hoy, él retribuye con afabilidad hacia los lugareños y con exquisitas bebidas naturales que ofrece en la Plaza Baralt.
"Estoy enamorado de mi trabajo", es el argumento que nos da cuando le preguntamos por su labor diaria, en el corazón de la capital zuliana. No hacen falta más razones; además, se evidencia por la cantidad de personas que se acercan a saludarlo y a disfrutar de su famosa tizana, el cual – según afirma – es el Gatorade maracucho.
En su carrito también ofrece guarapo de papelón con limón, tamarindo, así como jugos de guanábana, guayaba y mora. “Bien fríos, preparados con cariño y con buenas frutas”.
El carrito de Ismael: punto de encuentro en la Plaza Baralt
Este no fue su primer trabajo en Maracaibo. Recién llegado vendió cepillados frente al Seguro de Veritas, en el negocio de un pariente; luego por varios años prestó servicios en la Botica Italiana; desde aquel momento la Plaza Baralt se convirtió en el lugar de sus vivencias.
Cuando decidió trabajar por su cuenta vio la oportunidad de vender gaseosas. Más tarde vendrían las bebidas naturales. Primero un carrito pequeño, con sus termos; desde hace diecisiete años en el Metro Móvil del Sabor, el que fue construido en acero inoxidable con las especificaciones que Ismael dio al fabricante.
Lo encontramos frente a un famoso almacén de telas, entre otros carritos y establecimientos de comida rápida que dan vida a la Plaza Baralt, convirtiéndose en punto de encuentro para los que requieran una pausa para aliviar la sed y el hambre.
Destaca por el tamaño del Metro Móvil, por su traje pulcro y sus maneras gentiles, que invitan a acercarse y a degustar las bebidas que brinda. Conocer y atender todo tipo de personas le satisface.
Ejemplo de optimismo, amor por el trabajo y buen servicio
Se enorgullece de conocer, por ejemplo, a Manuel Nelson, El Último Patiquín; al músico y guarachero Frank Mitchell, entre muchas personas que transitan por este lugar emblemático y cargado de historia zuliana.
A sus 57 años, Ismael se levanta muy temprano, sale a las seis de la mañana de su casa en Integración Comunal. A las 7 am ya está en el centro, recorriendo Las Pulgas, comprando las frutas para su jornada laboral.
Actualmente, en los días buenos, vende hasta cincuenta vasos diarios. “Ya no es como antes, cuando las ventas eran tan altas, yo tenía hasta empleados”, nos cuenta, sin lamentarse. Prefiere vivir el día como se presente, con entereza y optimismo.
Ismael, un andino que dejó el frío de sus montañas para venir a esta tierra caliente. Aquí echó raíces, encontró el amor en Olga, su esposa, con quien formó dos hijos que son su orgullo y a quienes enseñó las más importantes lecciones: el amor al trabajo, la honestidad, el respeto hacia los semejantes y la responsabilidad de cumplir con el sustento diario de su familia.
Lee también: La pepa ‘e sol trae locos a los maracuchos: Agüita ‘e coco, por favor
F Reyes
Fotos: José López Linares
Noticia al Día