El clamor de libertad que resuena a los cuatro vientos en las concentraciones convocadas por MCM, son gritos de rebeldía que brotan de las entrañas de un pueblo inmerso en un irrefrenable proceso de auto liberación. No es súplica ni deseo de venganza: es la aspiración de pasar a una nueva página de la historia de Venezuela, y dejar en el reverso la dolorosa experiencia sufrida durante veinticinco años de nefasto gobierno chavista.
Si bien la gente exterioriza sus más sentidas emociones ante la presencia de la única líder que puede provocar este punto de convulsión social, el grito de ¡libertad! es un fenómeno político surgido por impulso propio, desde las más intrínsecas pasiones de la sociedad diversa, pero unida por el anhelo común de recuperar la Democracia. No fue sembrado por nadie en particular, es el resultado de un hastío generalizado, una toma de conciencia que desea conjurar el poder maligno que ha fragmentado las familias venezolanas.
No debe confundirse la atracción que infunde MCM, con el carisma que incitan algunas personalidades por sus talentos o hazañas particulares. Ni debe verse a MCM como una figura mesiánica, portadora de una prédica de redención. Lo que está en marcha es, una rebelión pacifica que ya venció el fantasma de la abstención electoral y se presta a votar masivamente, sorteando cualquier obstáculo que intente bloquear su camino a la esperanza.
La gente que llora cuando ve a MCM, los padres que levantan sus hijos delante de ella, solicitándole salve sus futuros para que mañana no emigren; las imágenes sensibles que transmiten las redes sociales, son actitudes colectivas de absoluto desprendimiento, de fe y confianza hacia una líder que magnetiza por su comprobada ética, transparencia y brillante hoja de vida. ¡Libertad!, es la voz al unísono de la Venezuela profunda herida en el corazón.
En Venezuela nunca se había visto una conexión emocional con expectativas sociales y espirituales tan intensas, como las que inspira MCM en la gente que sale a su paso. Sin discursos populistas ni demagógicos, sin falsas promesas politiqueras, su presencia genera multitudinarias aglomeraciones totalmente espontaneas. La asistencia a sus convocatorias ha demostrado que en Venezuela no hay pueblos pequeños, todos se engrandecen y desbordan las calles, a pesar del inmenso e inmoral poder del gobierno que boicotea las movilizaciones y sanciona a comerciantes y a humildes emprendedores.
Las circunstancias de MCM son diferentes a las de otros políticos carismáticos del pasado. Ha logrado evadir las vanidades que enlodan a quienes alcanzan cierto éxito en algunas ramas, sobre todo, políticos egocéntricos y narcisistas devenidos en alacranes. Aborrece la demagogia y la mentira como estrategia proselitista. No engaña a nadie con promesas vacías. Ha dicho la verdad respecto a su proyecto político, se define a sí misma ideológica y políticamente, como una liberal, y no niega su cuna rica, hija de empresario honrado, trabajador y sin manchas.
Sorprende a propios y extraños porque MCM no es candidata presidencial. Y, sin embargo, más del 95% de la población la aclama y admira tal cual es, sin máscaras ni agendas ocultas. Pero evidentemente, la favorecen su agradable presencia física, su verbo claro y profuso, su adecuada elegancia, sus facciones de latina hermosa, su valentía, coraje, y su rol social como mujer y madre de familia.
Formada y graduada académicamente, sensibilizada en múltiples vivencias en su épico peregrinar por los caminos y senderos de toda Venezuela; inteligente, culta y bien asesorada, no creemos que su popularidad altere su ego y distorsione su modo de ser. Tiene experiencia y madurez suficientes para administrar sus emociones y evadir cualquier posibilidad de naufragar en un falso culto a su personalidad.
Uno de sus mayores logros fue demostrar que la hoy muy menguada población afecta al chavismo, no es manipulable permanentemente, ni con bonos ni bolsas de comida. Que es una ofensa a la sensibilidad, a la inteligencia y al sentimiento humano de esas personas, obligarlas a presenciar y escuchar, las ridiculeces y mentiras de un dictador en papel de payaso, o viceversa. Y a la vez, un insulto a la dignidad, a la moral y a la conciencia de todos los venezolanos, postular de candidato al autócrata destructor de Venezuela.
Estamos en presencia de una rebelión pacifica en plena evolución, única en toda la Historia de Venezuela. Desde todos los rincones del país, sin excepción y sin hegemonía de ninguna Región, de ningún Estado, de ninguna ciudad o Capital en particular, y sin ejércitos y mercenarios como en 1821, sin rebelión militar como en 1958, sin muertes por causas directas, sin ayuda de ningún otro país, los venezolanos protagonizamos una gesta tan, o más importante que todos los sucesos trascendentales ocurridos a lo largo de 193 años de vida republicana. Por primera vez la población venezolana se libera con su propia fuerza, con sus propios recursos, del yugo opresor.
Hay que reconocer y entrarán por la puerta grande, la conducta de los dirigentes políticos a la vista y sus organizaciones partidistas, los activistas de las redes sociales, los caídos en resistencia, los presos políticos, los exiliados con sus propios medios, los motorizados, pero, sobre todo y sin mezquindades, al destello de luz y esperanza que infunde MCM.
Esta rebelión pacífica, única en la Historia de Venezuela, demuestra que, ante el hambre y la sed, ante la travesía de un desierto sin presente ni futuro durante cinco lustros, ante la sensación de que nuestro Padre nos había abandonado, hoy sentimos el prodigio de la Mano de Dios. Las oraciones han sido escuchadas. Toca ahora escribir nuestro nuevo destino y hacer de Venezuela la tierra prometida. Para ello, perseverancia y mucha Fe.
El modo como MCM ha confrontado los obstáculos para seguir adelante, es admirable. Su destino político está por definirse, pero, pase lo que pase, MCM ha añadido una extraordinaria y única página en la Historia de Venezuela.