La extorsión no es un delito cualquiera, como hemos afirmado, es un acto terrorista que atenta contra el emprendimiento, el comercio y la empresa. Urge defender con seriedad a estos importantes sectores de la vida productiva, en virtud que ellos generan empleo y crecimiento económico.
En los últimos años y en meses recientes, observamos con preocupación, como estas bandas delictivas han operado en la ciudad con libertad y de manera impune. Las políticas de seguridad implementadas por el Estado no han sido suficiente, para contrarrestar las acciones de las referidas bandas.
La migración de comerciantes, emprendimientos y de empresas, específicamente en el estado Zulia y muy particularmente en la Ciudad de Maracaibo se sitúa al menos en un 70%, producto del impuesto al miedo, creado a partir de las amenazas y presiones, emanadas de quienes se dedican a extorsionar.
Debemos defender con valentía y de manera contundente a quienes día a día, dan lo mejor de sí, y apuestan al progreso de la ciudad.
Maracaibo necesita centros comerciales abiertos, santamarias arriba, empresas en producción. Queremos ver nuevamente al sector laboral activo y orgulloso; tiendas grandes, medianas y pequeñas ofreciendo sus servicios y productos. Puestos de perro de calientes, empanadas, mandocas, pastelitos, conservas, chicha, cepillados, agua de coco, jugo de caña, limón con panela, fororo y orcharta, por doquier.
Queremos que regrese la Maracaibo viva, pujante, alegre, dicharachera, la del bullicio.
Que no nos doblegue el miedo a la extorsión. Los impuestos los recauda el Estado para el bien común, ni un centavo más para los y las delincuentes.
Siempre Vileana.