Miércoles 27 de noviembre de 2024
Opinión

12 de octubre de 1492: España en la memoria (Nirso Varela)

Los venezolanos formamos parte integral de la historia española hasta comienzosdel siglo XIX. Éramos españoles americanos, nuestra definición e identificaciónjurídica…

12 de octubre de 1492: España en la memoria (Nirso Varela)
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Los venezolanos formamos parte integral de la historia española hasta comienzos
del siglo XIX. Éramos españoles americanos, nuestra definición e identificación
jurídica ante el mundo existente. La gesta de independencia 1810-1823, produjo la
ruptura de los lazos políticos administrativos que nos unían al Reino de España
con denominación de Capitanía General de Venezuela. Y con ella también acabó,
la continuidad histórica como miembros del Imperio Español. Concluida la
emancipación y la involuntaria incorporación a Colombia 1821-1830, pasamos a
forjar nuestra propia Historia con la misma unidad territorial que nos legó la Madre
Patria a partir de 1777.
La herencia y la influencia española quedaron fundidas en la abigarrada mezcla
étnica con el indio y el negro durante más de trescientos años. Nos convertimos
en entidad mestiza en lo biológico y cultural, o sea, multiétnica y multicultural. Pero
el pasado colonial no quedó atrás con el rompimiento, sino que se utilizó en la
narrativa independentista para generar odio contra la corona. Más de una década
de guerra y el triunfo republicano, no cesaron con la denigración de atribuir la
culpa de todos los males, a nuestros parientes y ancestros de origen peninsular.
El pasado español adquirió ribetes de opresión en el lenguaje del movimiento
independentista, y se trasvasó a la opinión pública durante la República, para
exaltar el espíritu patriota que inspiró a los héroes de la independencia, ahora en
funciones de gobierno. Se adujo que la guerra fue el epílogo y el final de una larga
historia de vasallaje al rey distante y desconocido, y llevó al comienzo de una
definitiva era republicana, signada por expectativas de libertad e igualdad, bajo los
fueros de la soberanía y la constitución centro federal.
En ese contexto, el pasado español fue imprescindible para conceptuar el bien
contra el mal, en un país donde los beneficios de la independencia, no se
percibían entre la población mayoritaria. Los esclavos, indígenas y siervos,
siguieron con el mismo estatus social que tuvieron durante la colonia.
No obstante, algunos hechos del pasado colonial, fueron reivindicados o
mantenidos como propios de la historia nacional, entre ellos, el descubrimiento de
América por Cristóbal Colón y las hazañas de Américo Vespucio. De allí las
denominaciones, “Colombia” y “América”. Pese a la aversión inducida contra
España, los nombres de varios descubridores, conquistadores y fundadores, se
insertaron como actores destacados en los anales de la historia patria.
Adquirieron singular relevancia las fechas de fundaciones de villas y poblados, y la
implantación de las primeras instituciones. Topónimos de pueblos y ciudades,
erección de plazas y monumentos dedicados a conquistadores y fundadores, se
mantuvieron hasta el siglo XIX y XX, compartiendo dignidades con otros
personajes históricos, venezolanos y extranjeros. Hasta más allá de la década de
1950, ese estado de cosas no producía camorra entre la intelectualidad. Estaban
afianzados en la memoria colectiva como parte del origen de la nacionalidad.
Todavía hasta la década de 1970, el “Día de la Raza” se celebraba en Ziruma,
Maracaibo, como fiesta popular, donde familias wayuu compartían con los
visitantes, su idioma y sus espectáculos de bailes, tambores y artesanía, en un
ambiente de sana familiaridad, muy lejos de posturas ambivalentes de parte y
parte. En las escuelas y liceos, se inducía a los alumnos a través de actividades
didácticas, a valorar el componente sanguíneo y cultural indígena que constituye
nuestra existencia mestiza y se educaba contra toda manifestación racista.
Seguramente habrá otras verdades respecto a esos eventos, más profundas que
la de un simple e ingenuo testigo en el tiempo, pero esas galas cada 12 de
octubre, eran percibidas por la gente como día festivo. No celebraban una
catástrofe del pasado, sino una fecha que visibilizaba la presencia indígena y sus
valores. Era un día esperado del calendario de fiestas nacionales, que transmitía
respeto y admiración por los pueblos originarios, no por Cristóbal Colón.
Luego, el 12 de octubre se convirtió para algunos analistas, en el inicio del peor
genocidio que haya vivido la humanidad en toda su historia. La culpa se atribuyó a
España y más exactamente al Reino de Castilla, sus expediciones colonizadoras y
a la expansión europea del siglo XVI. El nuevo relato se difundió al mismo tiempo
que grupos radicales de izquierda, atacaban por todos sus flancos la hispanidad y
la civilización occidental.
Hubo un enredo conceptual e ideológico. El “Día de la Raza” se convirtió en
“encuentro de dos mundos” y luego, en “resistencia indígena”. Intentaron
desvelarlo como una fecha de terror. En realidad, esa fue la primera gran
catástrofe ocurrida en suelo hoy venezolano. Más luego, sobre las cenizas de la
conquista, España erigió la civilización colonial a su imagen y semejanza.
La segunda devastación de Venezuela ocurrió en el siglo XIX, cuando la
civilización implantada por España, fue motivo de repulsión en el discurso
independentista y condujo a la ruina y destrucción del país por efectos de la guerra
fratricida y de exterminio. Y aun así, la deuda histórica no quedó resarcida.
Invocando odios ancestrales, “la revolución bolivariana” del siglo XXI, provocó una
nueva hecatombe, peor y más dañina que las anteriores en términos cuantitativos
y cualitativos. Una crisis humanitaria cuyas proporciones todavía no han sido
cuantificadas, y obliga a la gente, a huir a como dé lugar.
La “cultura” bolivariana, socialista, antiimperialista y altamente chavista, ha
penetrado todas las instituciones del Estado. Las venas abiertas siguen sangrando
para fanáticos y resentidos. España por su parte, celebra todos los años por todo
lo alto, el 12 de octubre como “Día de la Hispanidad” y rinde homenaje a los
súbditos rebeldes españoles americanos, que a partir de 1810, iniciaron la
separación del Reino. Aunque al día de hoy, la unidad de España está amenazada
por ideologías “independentistas” con presencia parlamentaria, que pujan para
erradicar la monarquía y la democracia, con anuencia del ala radical del PSOE.
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