Érase una vez, en 1997, dos amigos llamados Reed Hastings y Marc Randolph tuvieron una idea loca: alquilar películas por correo. Sí, ¡por correo! Así nació Netflix. En lugar de ir al videoclub y pagar multas por devolver tarde las películas, podías recibirlas en tu buzón. ¡Qué moderno!
Al principio, la gente pensó que estaban locos. “¿Quién quiere esperar días para ver una película?”, decían. Pero Netflix tenía un as bajo la manga: ¡no había multas por retraso! Así que, poco a poco, la gente empezó a suscribirse.
Luego llegó el 2007, y Netflix decidió que enviar DVDs por correo ya no era suficiente. Así que lanzaron el servicio de streaming. Ahora podías ver películas y series directamente en tu computadora. ¡Adiós, DVDs!
Pero no todo fue color de rosa. En 2011, Netflix intentó dividir su negocio en dos: una parte para el streaming y otra para los DVDs, llamada Qwikster. La gente se enfureció. “¡No queremos dos suscripciones!”, gritaron. Así que Netflix rápidamente abandonó la idea y siguió adelante.
A partir de ahí, Netflix se convirtió en una máquina de éxitos. Empezaron a producir sus propias series y películas, como “House of Cards” y “Stranger Things”. De repente, todos querían ser parte de Netflix. Incluso los gatos y los perros empezaron a tener sus propias cuentas (bueno, tal vez no tanto, pero casi).
Hoy en día, Netflix es una de las plataformas de streaming más grandes del mundo. Han pasado de enviar DVDs por correo a dominar el entretenimiento global. Y todo comenzó con una idea loca y un par de amigos que no tenían miedo de soñar en grande.
Con recursos de internet