Domingo 10 de noviembre de 2024
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Todos queremos un papá como El Pollo Isrra: Así vimos El amanecer

Este amanecer de feria, visto como por tres millones de personas en transmisión de la Gobernación del Zulia, hubo de…

Todos queremos un papá como El Pollo Isrra: Así vimos El amanecer
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Este amanecer de feria, visto como por tres millones de personas en transmisión de la Gobernación del Zulia, hubo de todo: alegría, desmesuras, atrevimientos, fervor por La Chinita y una explosión de zulianidad.

El plato fuerte lo abrió Argenis Carruyo. Unas poquitas canciones las interpretó de pie, luego, el peso de los años le acusó en las rodillas y lo obligó a sentarse desde donde colmó de buena música a una multitud que le aplaudió a rabiar.

Daniel Sarcos, era de esperarse, le dio cátedra a los animadores y dijo "están preparados para recibir a… "entonces, caían cascadas de una inagotable algarabía, después la frase se acomodó en las bocas de los animadores un poco faltos de léxico, de lectura para poder tener la capacidad de pintar en palabras aquello que detonaba a cada segundo en sus narices.

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Pero, no venimos a este espacio para contarles del evento, nos trae un asunto muy particular: El cartel anunció a Binomio de Oro de América, a la cabeza Isrrael Romero, El Pollo Isrra, Azuquita, tal vez el colombiano más maracucho o el maracucho más colombiano del planeta. ¡Y así estuvo!, el acordeón se encargó de hacer notar su presencia, su prestancia.

Un joven de buen ver, pleno de buenas intenciones, tomó los micrófonos, su voz no gustó, la ebullición de las calles repletas descendió como bañados de agua helada. El chico entregaba el alma sobre la tarima. Algo quedó claro, se sabía todo el repertorio de Binomio, así entonces, echaba mano de los clásicos, buscando los aplausos, buscando tocar la fibra amorosa de los vallenateros maracuchos, quienes se resistían a que esas canciones estuvieran en esa voz porque a Rafael Orozco, Jorgito Celedón y Jean Carlos Centeno no los puede suplantar cualquiera.

Conociendo muy bien lo que es una tarima y cómo se comportan las masas en el éxtasis de un concierto, El Pollo Isrra reflexionó y decidió andar con la verdad: "mujeres, si me quieren a mí, entonces, tienen que quererlo a él, porque es mi hijo". Vaya gesto hermoso de un padre que va hasta las últimas consecuencias por su hijo.

El muchacho asombró con su humildad, con sus deseos de agradar. Contó que era más maracucho que Ricardo Portillo, que estudió en Los Robles, reconoció que no tenía una gran voz, pero, se estaba preparando empeñosamente, la revelación ayudó un poco, sin embargo, Isrrael David no lograba encantar, uno de los coristas sacó el pecho y pudo devolver el calor a la audiencia, sin embargo, era El Binomio de Oro y la gente quería más.

Un Isrrael Romero maduro, con 68 años a cuestas, cabellos canosos, un talento sobrenatural para tocar el acordeón, decidió echarse en los hombros el espectáculo, sacó de las teclas del acordeón notas sublimes, agudos lamentos que penetraban los huesos, ritmos que se apoderaban de los huesos, de los músculos, de las caderas de las mujeres hechas delirios y placer.

Hasta el gobernador Manuel Rosales cantó. No hubo quien no quisiera apoyar a Isrrael David por haber demostrado unos sentimientos grandes, loables, una admiración por su padre. Creo que el muchacho aprenderá a cantar, encontrará la manera que un público tan exigente como el zuliano le quiera, tiene ganas y, sobre todo, tiene al mejor padre del mundo, porque todos quisiéramos tener un padre como El Pollo Isrra.

Josué Carrillo

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