El empresario Mario Hernández llegó a los 83 años y lleva los últimos cinco preparando a su hijo menor, Lorenzo, para que tome las riendas de la marca y casa de moda y accesorios de lujo Mario Hernández y la mantenga como la joya que es desde hace casi 30 años. Actualmente, trabajan juntos y le han dado a la compañía una renovación que la mantiene como una de las más destacadas en el país dentro de su sector. Esta es la historia de padre e hijo, del hombre de negocios y de su juicioso aprendiz.
Sentado en una mesa en forma circular dentro de su oficina, ubicada en la planta superior de su fábrica, en la zona industrial Montevideo, en el occidente de Bogotá, y rodeado de fotos de sus padres, de sus tres hermanos y de sus tres hijos; de un sinnúmero de reconocimientos académicos, políticos y empresariales; de imágenes y de una pequeña escultura suya y de su amada Olga Lucía Olarte abrazados; y teniendo cerca el té chino y el té coreano que tanto le gustan, el empresario Mario Hernández Zambrano recuerda que hace casi 9 años, en abril del 2016 y con 74 años, reconoció para la edición 51 de la revista BOCAS que él era quien estaba siempre al frente de todo su negocio, porque “¿qué hago desocupado?”.
Mario, o ‘Don Mario’, como se refieren a él todos sus colaboradores con un tono de absoluto respeto y admiración, habla de Álvaro Camaro, su gerente general y, sobre todo, de Lorenzo, su hijo menor y al que, en palabras de su propio padre, están preparando para que aprenda a manejar la compañía familiar.
Lorenzo Hernández Olarte tiene 31 años y se graduó de Diseño Gráfico en Londres, después de pasar un año sin encontrarle la pasión al Diseño de Interacciones, una carrera que consiste “en diseñar las interacciones humanas desde el código y la programación”. Entró a trabajar con ‘Don Mario’, como también se refiere a su padre, en el 2019, y es el actual director creativo de la marca. Es la mente detrás de Capitanejo, la tipografía que usan en Mario Hernández y cuyo nombre es un homenaje al lugar donde nació el ‘jefe de jefes’.
Además de Lorenzo, nacido de su segundo matrimonio, Mario Hernández es padre de María Fernanda y Mario Hernández Pérez, de su primer matrimonio. Todos hacen parte de la compañía familiar, como accionistas y miembros de la junta directiva, pero es al menor de ellos al que están formando, moldeando, para que el negocio perdure.
Mario afirma que Lorenzo debe aprender a seleccionar muy bien a los empleados, a trabajar en equipo y a vigilar cada aspecto de la empresa minuciosamente, como lo hace él. Lorenzo responde que para eso se está formando administrativamente y está haciendo un programa de desarrollo creativo en la Escuela de Negocios de la Universidad de La Sabana.
Mario, con una mirada paternal, pero con la exigencia de jefe, le dice a Lorenzo que los negocios y la vida dependen de constancia, de hacer las cosas bien y de ir mejorando. Y le reconoce su sensibilidad por el negocio, esa que le fueron formando con su crianza en fábricas y tiendas.
Padre e hijo son amantes del golf, aunque juegan poco juntos. Comparten el gusto por asistir a ferias en Italia y China, por cocinar espaguetis al tomate, asados, paella, puchero, sopa de arroz con menudo, quinua, espinaca, coliflor, brócoli, garbanzos, frijoles. Son defensores de no olvidar sus raíces, de ser autóctonos, algo que Lorenzo reconoce mucho de su papá.
Les agrada la música, boleros para el papá y popular para el hijo. Siempre usan la marca familiar: con chaqueta y mocasines de cuero para Mario, y con tenis, camiseta, gafas y accesorios para Lorenzo. Y su gran amor es Olga Lucía, esposa y madre, quien falleció hace dos años y medio.
Mario Hernández no necesita presentación. Tiene más de 50 años llevando la marca a lo largo y ancho del territorio nacional, desde Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Barranquilla y Santa Marta hasta Villavicencio, Cúcuta, Tunja, Bucaramanga y Popayán, gracias a sus más de 60 locales. También está referenciado en el extranjero, en Costa Rica, Panamá y Venezuela, donde tiene presencia actualmente, y en Aruba y Rusia, donde llegó a vender. Lorenzo recién empieza y está estudiando los pasos de su papá y mentor, hasta para desenvolverse en entrevistas.
Con información de El Tiempo