Los seres humanos, por lo general, le tienen miedo a algo. Incluso, las fobias se han convertido en uno de los problemas de salud más extensos y/o extendidos en las sociedades occidentales. No obstante, no todas son iguales de frecuentes.
Aunque el miedo a las serpientes y a las arañas está bastante extendido, existen también otras fobias menos habituales, entre las que están algunas relacionadas con los ojos, como la omatofobia.
El miedo tiene ojos grandes
La omatofobia o miedo a los ojos, es una fobia que sufren quienes sienten miedo al mirar imágenes en las que salen ojos. En algunos casos, es muy específica y el miedo se limita únicamente a un determinado color de ojos o también al estado en el que se encuentren: muy abiertos, con lesiones visibles, irritados…
Así pues, la omatofobia también incluye miedo a tocarse los párpados o a tener algún abultamiento en estos como chalazión o un orzuelo, también a escuchar cualquier cosa que haga referencia a los ojos, por ejemplo, el iris, la pupila, la córnea, o incluso alguna enfermedad como las cataratas.
En definitiva, estos términos hacen que cualquiera que sufra omatofobia se estremezca con intensidad, siendo una sensación similar al que ve un corte de piel o sangre.
¿Cómo se trata la omatofobia?
Por tratarse de una fobia poco común, no existe una receta universal para tratar la omatofobia. Sin embargo, es recomendable la visita a un profesional; por lo general con varias terapias se puede mejorar este tipo de trastornos, incluso puede curarse completamente, aunque hay que considerar que el tratamiento lleva tiempo.
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Danyelín Muñoz / Pasante
Noticia al Día