La economía está tomando unos derroteros impredecibles. Esa es la conclusión a la que se puede llegar echando un vistazo a los muchos indicadores y expertos analizando la situación.
A la guerra en Ucrania se unen las decisiones de los Bancos Centrales que no terminan de ponerse de acuerdo sobre las medidas a seguir.
Mientras que el Federal, en Estados Unidos, ya levantó los intereses, el Banco Central Europeo aún parece no tener claro cómo encaminar la economía para que las familias lo tengan algo más fácil ante la presión económica que están soportando.
Tanto es así que son muchas las que ya han tenido que recurrir a préstamos de aprobación inmediata para poder solventar los incrementos de gastos fijos que han llegado estos últimos meses con una inflación que, en el caso de España, rondó el 10% y que fue insostenible para muchos.
Ha sido el propio Bill Gates, una de las voces más representativas y acertadas a la hora de pronosticar la economía, no solo por sus conocimientos sino por los diálogos y debates a los que acude y tiene acceso, quien ha puesto en entredicho la solvencia de la economía global para los próximos años.
Según el magnate, a los niveles de deuda pública disparados por la pandemia no se ha podido poner remedio teniendo en cuenta que la inflación disparada por la guerra que está desarrollándose en suelo ucraniano ha vuelto a exigir del esfuerzo de las arcas públicas, sobre todo en Europa. Eso, según entiende, obligará irremediablemente a un aumento de los tipos de interés, lo que conlleva sin remedio a una desaceleración económica incluso más profunda que la crisis que desembocó en la caída de Lehman Brothers.
En este sentido, dado su papel filántropo, ha puesto el foco de atención en las consecuencias de este retroceso ya que supondría, según explicaba también, en una brecha entre el mundo desarrollado y en vías de desarrollo, lo que podría provocar uno de sus más temidos escenarios: una nueva pandemia que asolara del todo a nivel social y a nivel económico, sobre todo, en países pobres.
Volviendo a la parte más particular en vez de a la macroeconomía, actualmente hay otro escenario en ciernes: la bajada de todo tipo de inversiones.
Ya sean criptomonedas, que están perdiendo su valor a un ritmo vertiginoso para muchos, los fondos o las acciones, el mercado internacional está convulso y se está tiñendo de números rojos. Eso está llevando a muchos inversores que habían hecho un esfuerzo en diversificar sus ahorros ante la falta de rentabilidad bancaria a estar asumiendo ciertas pérdidas que, en algunos casos, no pueden ser asumibles si la situación no revierte pronto.
El miedo a que la denominada estanflación, es decir, un cóctel en el que la inflación no termina de bajar, la ralentización económica de los estados se hace más marcada con menor crecimiento, y el desempleo no termina de bajar sus cifras, están haciendo que haya muchas familias en busca de financiación para sobrellevar los sobrecostes.
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