La XXI Feria de la Chinita en Madrid cerró con broche de oro este fin de semana, convirtiendo a Madrid en el epicentro de la cultura y devoción venezolana en Europa. La Basílica Hispanoamericana de la Merced acogió una misa solemne en honor a la Virgen de Chiquinquirá, un millar de fieles venezolanos y españoles se reunieron para rendir tributo a la patrona del estado Zulia en Venezuela.
La ceremonia religiosa, acompañada por las emotivas gaitas de Madridcaibo, fue un recordatorio vivo del fervor mariano y la unión que caracteriza a la comunidad venezolana en la diáspora. "Esta misa es mucho más que un acto religioso, es un momento de encuentro y renovación espiritual", expresó José Luis Morán Landazábal, presidente de la Asociación Cultural Feria de la Chinita en Madrid.
Una noche mágica en la Sala Nazca
La celebración continuó en la Sala Nazca con una Parranda Gaitera que transformó el espacio en una verdadera fiesta venezolana. Los acordes de gaitas tradicionales a cargo de Joé Luis Morán y Madridcaibo en Gaitas y las mezclas vibrantes de DJ Cavozza hicieron que los asistentes bailaran y cantaran al ritmo de una de las expresiones culturales más representativas de esta fiesta.
La noche estuvo marcada por un ambiente de alegría y nostalgia, donde los colores de la bandera venezolana y la energía de la música se entrelazaron para crear una experiencia inolvidable. "Es un privilegio poder traer nuestras tradiciones a Madrid y compartirlas con personas de tantas nacionalidades. Esta feria nos recuerda que nuestras raíces están vivas, incluso lejos de casa", comentó uno de los asistentes.
Una mirada al sur de Madrid
La festividad también se extendió al sur de Madrid el domingo 17 de noviembre, con una misa solemne en Valdemoro y otra Parranda Gaitera.
Un legado que perdura
La Feria de la Chinita en Madrid, con más de dos décadas de historia, reafirma su lugar como una de las celebraciones más importantes de la diáspora venezolana en Europa. Este año, la organización no solo ofreció un programa lleno de música y devoción, sino también una oportunidad para fortalecer los lazos entre las comunidades migrantes y los madrileños.
Con el espíritu renovado y la promesa de volver el próximo año, la XXI edición concluye dejando una huella imborrable en los corazones de todos los asistentes. La Virgen de Chiquinquirá, como símbolo de fe y esperanza, sigue siendo el hilo conductor de una celebración que enriquece a Madrid con su diversidad y cultura.
Madrid se despide de La Chinita con gratitud, reafirmando que, aunque las raíces se extienden a nuevas tierras, la esencia de las tradiciones venezolanas sigue intacta.
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