La estadounidense Marilyn Monroe es una de las actrices más recordadas de Hollywood. Aún sigue siendo un símbolo que transcendió la grandeza de los años 1950, una época considerada de oro en Estados Unidos.
Tras su muerte, el 5 de agosto de 1962, su leyenda no hizo más que agigantarse; según un informe forense, la actriz se suicidó con una sobredosis de somníferos. Sin embargo, las causas de su deceso siguen siendo objeto de controversia.
Sus éxitos en la pantalla la llevaron a ser un verdadero fenómeno de la cultura popular estadounidense a mediados del siglo XXI, pero su rostro, su figura y su sensualidad perduran hoy con la autenticidad de un mito inextinguible.
Tanto es así que su glamour sirve aún de inspiración en la industria del cine y del espectáculo moderno, y todo lo que rodeó su vida ejerce una poderosa atracción. El vestido que uso en la famosa escena en la que se le levanta la falda sobre un respiradero del metro neoyorquino se vendió el año pasado en $5,6 millones de dólares en una subasta.
Algunos expertos del cine como Leonard Maltin lamentan que haya personas que conozcan a Marilyn "como imagen e icono" más que como actriz, cuando la estadounidense mostró sus notables aptitudes dramáticas en cintas como "Los inadaptados" y en "Nunca fui santa".
Bien sea de esta manera o por su encantador desempeño en comedias como "Los caballeros las prefieren rubias", "La comezón del séptimo año", o en su admirable papel en "Una Eva y dos Adanes", según Maltin, Marilyn Monroe salta fuera de la pantalla y "tiene una luminosidad que trasciende todo lo demás".
A pesar de una niñez y juventud azarosas y de sus múltiples fracasos amorosos, son varias las generaciones que han vivido cautivadas con sus embrujos, que trascienden la gran pantalla. Y, luego de cinco décadas, para muchos la modelo que se convirtió en actriz no ha dejado de ser un icono de la belleza femenina.
En 1995, fue elegida por los lectores de la revista Empire como la actriz cinematográfica más sexy de todos los tiempos. Dos años después, la misma publicación la clasificó como la octava estrella del cine más grande de todas las épocas, y en 1999, la revista People la consideró la mujer más sexy del siglo.
Su muerte tan joven, a los 36 años de edad, y en la cumbre de su fama en Hollywood no hizo otra cosa que magnificar su leyenda.
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