Pruebas genéticas, exámenes de laboratorio y fármacos biológicos son el futuro que la ciencia tiene previsto para abordar el alzhéimer. Pero se necesita el apoyo social para que estos logros lleguen a la mayoría de los pacientes.
La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurodegenerativo que afecta la memoria, el pensamiento y el comportamiento. En la actualidad, es la forma más frecuente de demencia.
Los síntomas, al inicio, son los olvidos leves, la confusión y algunas dificultades en el lenguaje. A medida que avanza y progresa el trastorno, el paciente puede experimentar desorientación, cambios de personalidad y pérdida de su capacidad para realizar tareas cotidianas.
Hoy en día, todavía no existe una cura. Sin embargo, en los últimos años hemos conocido mejor la enfermedad y se están desarrollando tratamientos experimentales que son prometedores. Por eso, aquí te presentamos los avances científicos más relevantes sobre el alzhéimer.
La detección de los síntomas tempranos
La enfermedad de Alzheimer tiene un diagnóstico clínico. Es decir, que un neurólogo determina que un paciente la tiene luego de hacerle un examen y unas pruebas de memoria y de función cognitiva.
Pero los síntomas del trastorno son capaces de simular a los de otras enfermedades, como la demencia senil. Por lo que no siempre resulta claro ni fácil llegar al diagnóstico definitivo.
Además, puede suceder que los primeros síntomas pasen desapercibidos. Ello retrasa la detección del alzhéimer y empeora la calidad de vida de la persona afectada.
Los nuevos métodos para el diagnóstico
El diagnóstico clínico, solo con los síntomas, trae problemas. No todos los pacientes reciben la confirmación de inmediato y muchos son catalogados con deterioro cognitivo o solo con signos de envejecimiento, pero no con la enfermedad de Alzheimer que padecen.
Es por ello que los investigadores trabajan para tener pruebas que aceleren el diagnóstico. Según la Alzheimer´Association, los últimos avances en este campo son los siguientes:
Imágenes estructurales: la resonancia magnética y la tomografía cerebral sirven para medir el achicamiento del cerebro, que es un signo de la enfermedad. En particular, se lograron avances en la medición de este encogimiento en el hipocampo, que sería una de las regiones que primero sufre los cambios.
PET: El PET es la tomografía por emisión de positrones. Permite ver la actividad de las células del cerebro y su metabolismo. Como sabemos que las neuronas afectadas usan menos el azúcar, esa señal podría medirse con este método.
Radiotrazadores: en algunos países, las instituciones de salud autorizaron sustancias que, una vez inyectadas en el paciente, se unen a las proteínas anormales que aparecen en los cerebros con alzhéimer. Luego, a través de resonancias o tomografías, es posible ver de un color distinto las zonas donde hubo unión de sustancias inyectadas y proteínas anormales.
Punción del líquido cefalorraquídeo (LCR): también hay países que autorizaron la prueba de punción lumbar para el diagnóstico. Se extrae un poco de LCR y se lo analiza para encontrar las proteínas anormales.
Exámenes de sangre: se investigan opciones para medir en la sangre aquellas sustancias que indiquen la presencia del alzhéimer. Hay algunas pruebas disponibles, pero todavía ninguna de ellas ha sido aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
Noticia al Día / Mejor con Salud