El Hotel Alvear Palace, en el corazón del distinguido barrio de Recoleta en Buenos Aires, no es solo un emblema de la elegancia porteña; también ha sido testigo de momentos únicos en la historia cultural.
Una de sus anécdotas más memorables ocurrió el 4 de mayo de 1992, cuando el grupo sueco Roxette grabó dos canciones en la habitación 603 del hotel, incluyendo una nueva versión de «So Far Away», que formaría parte de su álbum Tourism. Aquella jornada dejó una huella en la memoria del Alvear, reforzando su reputación como un epicentro de encuentros entre lo exclusivo y lo extraordinario.
Hoy, esa misma atmósfera de distinción sirve de telón de fondo para una historia más reciente y sabrosa: la de Anderson Silva, un joven chef venezolano que ha logrado llevar el tan reconocible pabellón venezolano al buffet más prestigioso de Argentina.
Anderson Silva, de 27 años y oriundo de Ciudad Guayana, llegó a Buenos Aires con el sueño de una vida mejor y apenas 50 dólares en el bolsillo.
Entre caminatas por la ciudad para repartir currículums y sus primeras largas jornadas como bachero empezó a gestarse su pasión por la cocina. Pero fue en el majestuoso buffet del Hotel Alvear Palace, fundado en 1932 y ubicado en la Avenida Alvear y la calle Ayacucho, donde encontró la oportunidad de brillar, dejando una huella imborrable con un plato que lleva el alma de Venezuela en cada bocado.
¿Por qué no metes un pabellón?«, fue la sugerencia de un familiar que lo motivó a introducir el plato típico venezolano —arroz, caraotas negras, carne mechada y plátano maduro— en el menú del hotel. Fue una recomendación de su madre, de hecho, su inspiración gastronómica.
Anderson es el encargado de L’Orangerie, donde se hace el brunch de todos los domingos. Parte de sus labores consisten en que, cada jueves, deben diseñar y proponer platos para el gran día. Allí nace la sugerencia del pabellón.
«Yo siempre hago los platos desde la nostalgia», confiesa Anderson en el podcast Hasta Que Dure, conducido por Richard Alexander Núñez y Sofía García, de VPItv. «Extraño a mi país, extraño la comida, extraño mucho la comida de mi mamá«.
La recepción en los paladares fue tan cálida como inesperada: «Fue bien recibido, repuse bastante», cuenta con orgullo. Sin embargo, el guayanés no sabía que al compartir en redes sociales su inclusión del plato, conocería la vitalidad.
“Pabellón venezolano en el buffet más importante de Argentina”, fue el mensaje emitido por Silva, acompañado por varias fotos del plato típico venezolano. Más de 2.000 likes, decenas de retuits y todo tipo de respuestas fueron las reacciones a la curiosidad.
Entre los mensajes, Anderson resaltó la sorpresa de recibir un halago por parte de Milena Gimón, periodista venezolana de extensa trayectoria en Argentina.
"La veía (por TV) casi todas las semanas con mis amigos en la casa. Fue como… ‘¿Qué?”, relató. Para Anderson, haber logrado este espacio en el Alvear tiene un significado especial: «Para mí, es el buffet más importante del país«.
La historia de Silva no se limita a su presente. Comenzó dejando currículums por Palermo y Once hasta conseguir su primer trabajo como bachero, apenas a unos metros de su casa.
Luego, decidió profesionalizarse y estudió en el Instituto Gastronómico de las Américas, donde perfeccionó su técnica y encontró su estilo culinario, marcado por la autenticidad y el amor por sus raíces. “Esto me gusta, sé que soy bueno y siento que puedo dejar algo en la gastronomía argentina”, pensó al momento de tomar la decisión de formarse profesionalmente.
Pero si algo destaca en su cocina es el reconocimiento a la tradición familiar. «El pabellón de mi mamá es una cosa de locos», dice con una sonrisa, evidenciando que su conexión con los sabores de casa es el ingrediente principal de su éxito.
Para Anderson, el futuro promete más platos llenos de historia y sabor venezolano. En esta cena de Año Nuevo, incluirá hallacas en el menú del Alvear, llevando otro emblema de su país al buffet más exclusivo de Argentina.
"Es un laburo”, confiesa, pero destaca que para los venezolanos la hallaca “es sinónimo de fiesta, diciembre y regalos”. Ese color será su obsequio para los comensales del hotel, que en su mayoría son extranjeros que pasan sus días en Buenos Aires, aunque las puertas del restaurante están abiertas para todo público.
El 2025 y los años porvenir ilusionan a Anderson Silva. Desde seguir estudiando en el exterior para potenciar su crecimiento, enfundarse en un abrazo con sus padres, hasta la apertura en participar en programas como Masterchef Argentina, este venezolano no se cierra a ninguna posibilidad.
Sabe que cada plato que envía a la mesa tiene colgada una bandera imaginaria de Venezuela y es la nostalgia la que lo motiva a seguir creando con gratitud cada día.
VPI TV