En el 2017, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 20 de mayo como el Día Mundial de las Abejas. Este día fue elegido para coincidir con la fecha de nacimiento de Anton Janša, quien fue pionero de las técnicas modernas de apicultura en su país de origen, Eslovenia, en el siglo XVII. Además, reconoció a las abejas por su capacidad de trabajar duramente y con poca atención.
El Día Mundial de las abejas fue decretado por la ONU con el objetivo de concientizar a la población sobre la importancia de las abejas y recordar que dependemos de ellas y de los demás polinizadores. Además de promover la protección de estos insectos y así detener la pérdida de la biodiversidad y degradación de los ecosistemas.
Dependemos de la vida de las abejas
La actividad humana afecta cada vez más a las abejas y otros polinizadores como los colibríes, las mariposas y los murciélagos.
Lo más importante es saber que las abejas no sólo producen miel, sino que la polinización que realizan es fundamental para la producción y la reproducción de muchos cultivos y plantas silvestres. De hecho, casi 90% de las plantas con flores dependen de la polinización para poder reproducirse. De igual manera, 75% de los cultivos de alimentos en el mundo dependen en cierta medida de la polinización. Estos insectos no solo garantizan la producción de alimentos nutritivos, sino también la conservación de la biodiversidad mundial. Además, proporcionan alimentos de alta calidad como la miel, la jalea real, polen y otros productos como la cera de abeja, el propóleo y el veneno de abeja.
Es momento de actuar, las abejas necesitan de nosotros y nosotros de ellas
Actualmente, los incrementos de la tasa de extinción de especies son más altas de lo normal debido a las repercusiones humanas. De hecho, casi 35% de los polinizadores invertebrados, en particular las abejas y las mariposas, están en peligro de extinción en el mundo. La disminución de las abejas se debe, principalmente, a las prácticas agrícolas intensivas, el uso de plaguicidas e insecticidas, plagas, enfermedades y el cambio climático.
Si estos factores continúan, algunos cultivos de frutas, frutos secos y hortalizas serán sustituidos por cultivos básicos como el arroz y el maíz, pues, tres de cada cuatro cultivos de frutas o semillas que se producen para consumo humano dependen, al menos en gran parte, de las abejas y otros polinizadores.
¿Qué debemos hacer?
Todos podemos contribuir con la preservación de las abejas; en nuestro día a día podemos:
Cultivar plantas autóctonas que florezcan en diferentes épocas del año, comprar miel sin refinar a los agricultores de la zona, proteger las colonias de abejas silvestres y dejar un cuenco con agua limpia y piedras para que las abejas beban y no se ahoguen.
Por su parte, los agricultores y apicultores pueden reservar algunas zonas como hábitat natural, reducir el uso de pesticidas, crear barreras vegetales, respetar los lugares de anidación y sembrar atractivos de cultivo alrededor del campo.
Además, los gobiernos deben fomentar la participación y el intercambio de conocimientos en los pueblos rurales e indígenas y las comunidades locales. También pueden aplicar medidas estratégicas como incentivos económicos para promover el cambio y colaborar con organizaciones nacionales e internacionales y redes de investigación para evaluar a los polinizadores y los servicios de polinización.
Las abejas van de flor en flor realizando una ardua labor. Cada abeja produce una cucharada de miel en toda su vida. Con su trabajo nos benefician a nosotros y a nuestro planeta Tierra.
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