Debajo de esa mata de nim, donde cuelga sus objetos más preciados y en el que ha construido su mundo, sigue Javier. Llegaron las lluvias y nadie le ha tendido la mano.
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Javier, un joven de 30 años de edad, indigente y con visibles problemas mentales, sigue solo y desamparado debajo de una mata de nim que agarró en la avenida 21 con calle 77 (5 de Julio) de Maracaibo para "vivir". Allí, pasa sus días, aislado en su mundo de dibujos animados y letras.
Este hombre es el típico caso producto de una familia disfuncional que terminó siendo victima de una sociedad cruel, desinteresada y aislada de este tipo de situaciones.
Javier marca su cuerpo con colillas de cigarro. Se quema la parte superior de sus manos, los brazos y el pecho. Más de 30 cicatrices se ha dejado en la piel, sin embargo esas heridas no superan las dejadas en el alma, aquella que se vio marcada por la muerte de sus padres.
También lo tocó el fallecimiento de aquella señora que quedó como su encargada ante la pérdida de sus progenitores cuando era un niño. Todo ello no remueve a una sociedad que puede ser garante de su estabilidad.
Aún este hombre dócil y tranquilo no recibe una mano amiga. Sigue solo en su mundo, un mundo que creó con los objetos que consiguió deambulando en las calles y que acomodó en aquel estrecho espacio que volvió su "hogar".
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