Según antiguas tradiciones y textos cabalísticos, la primera mujer creada por Dios no fue Eva, sino Lilith. A diferencia de Eva, que surgió de una costilla de Adán, Lilith fue formada de la misma tierra que él, lo que la convirtió en su igual desde el principio. Sin embargo, esta igualdad también fue el origen de su rebeldía: Lilith se negó a someterse a Adán y decidió abandonar el Jardín del Edén. Reseña un reportaje del canal History.
Según la citada fuente, los relatos indican que, tras su partida, los ángeles intentaron persuadirla para que regresara, pero ella mantuvo su decisión. Este acto llevó a Dios a crear a Eva, concebida como una compañera más sumisa para Adán.
Aunque Lilith no aparece explícitamente en la Biblia, su figura se menciona en textos rabínicos y cabalísticos, como el Alfabeto de Ben Sirá (siglos VIII-X). Algunos estudiosos también la relacionan con una mención en Isaías 34:14, donde la palabra hebrea "lilith" se traduce como "criatura nocturna" o "búho nocturno". A lo largo de los siglos, Lilith ha sido asociada con espíritus malignos y demonios femeninos, representando una amenaza para mujeres embarazadas y recién nacidos en la tradición judía.
No obstante, en la modernidad, Lilith ha resurgido como un símbolo del empoderamiento femenino. Su rechazo a la subordinación es visto por muchos como un acto de resistencia contra las estructuras patriarcales, convirtiéndola en una figura reivindicativa y, para algunos, en la primera feminista de la historia.
Lilith, con su dualidad entre lo demoníaco y lo emancipador, sigue siendo un ícono que inspira debates sobre igualdad, libertad y lucha contra las imposiciones sociales. Su historia, más allá de las tradiciones religiosas, invita a reflexionar sobre el papel de la mujer en la sociedad a lo largo del tiempo.
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