En la época los llamados aguadores repartían en tinajas de barro, entre la población el preciado líquido, transportándose en burros para toda la clase social sin distingo. Maracaibo ha estado siempre sedienta, y la población busca la manera de contar con agua a como de lugar.
De allá para acá lo único que quizás ha cambiado es el transporte del líquido y el envase. Antes era en burro, ahora en camiones cisternas, antes era en tinajas o latas de 25 litros y ahora en envases de plástico o pipas que de los camiones se llenan, pero la escasez es la misma, el problema de suministro es el mismo desde la época.
A partir de su primera fundación por Ambrosio Alfinger, la ciudad capital del Zulia, ha sorteado los problemas de la falta de agua y desde la época han existido los surtidores antes llamados los "aljiberos" y que hoy conocemos como camioneros de cisternas que van y vienen a solicitud del cliente y enfrentan la crisis en las distintas parroquias.
Maracaibo, con un lago al lado, mantiene problemas con el servicio en muchos sectores. La falta del líquido es un drama que afecta la salud, el trabajo, y en general la vida cotidiana de los hombres y mujeres que habitan nuestra extensa geografía. Resulta paradójico que siendo nosotros un país bendecido por Dios, con una multiplicidad de cuerpos de agua, aún padece esta tragedia.
En diversos sectores de la ciudad, vecinos sostienen que pasan semanas sin que el agua llegue por las tuberías. Se ven obligados a buscar alternativas para hacer los quehaceres del hogar, entre ellas comprar camiones cisternas o acudir a otras alternativas.
La historia de este servicio da cuenta de que a finales de los años sesenta se presentaron 14 proyectos para construir acueductos que incluían estudios en el río Socuy, El Limón y el río Palmar en el municipio Perijá y fueron tiempos en que por decreto del presidente Guzmán Blanco, se construyó el de La Hoyada en Bella Vista, que no dio resultados y la población se vio obligada a esperar hasta 1938 cuando se construyó en su primera fase el actual acueducto, según reseña Ciro Urdaneta Bravo en su obra Maracaibo y Leyendas.
El aguador y las cisternas.
En largo años de sed se hizo popular en Maracaibo la figura del aguador que iba y venía por las calles en un burro cargado de agua que en un principio fue salada y la transportaban en llamadas botijuelas que después cambiaron por latas de 25 litros.
El negocio estuvo competido en la época hasta hoy que ha ganado espacio y poder de igual forma esta venta de agua en camiones cisternas valiéndose de la escasez. En diversos sectores de la ciudad vecinos sostienen que pasan semanas sin que el agua llegue por las tuberías. Se ven obligados a buscar alternativas para hacer los quehaceres del hogar, entre ellas comprar camiones cisternas o acudir a otras alternativas.
La falta de agua no se da solo en Maracaibo No hay ninguna ciudad del país donde se reporte continuidad del servicio, incluso en ciudades como San Felipe y Puerto Ordaz que están al lado de dos ríos majestuosos hay problemas con el servicio.
Servicio intermitente
Los estudios realizados en materia de este servicio en Venezuela concluyen en que, el 80 por ciento de la población recibe agua de manera intermitente, es decir, no tiene flujo continuo en las tuberías. Por un lado, las tuberías no están presurizadas.
La segunda condición es que el servicio es insuficiente porque la cantidad de agua que se le entrega a los consumidores es inferior a la que necesitan. Y en tercer lugar, se añade un problema de calidad: hay agua intermitentemente, no siempre la tenemos, tenemos menos agua de la que necesitamos.
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