Sábado 23 de noviembre de 2024
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El regreso del zapatero remendón: “Me dejaron en la calle”

Es admirable ver cómo una pasión por los zapatos puede convertirse en un legado. Su trabajo va más allá de…

El regreso del zapatero remendón: “Me dejaron en la calle”
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Es admirable ver cómo una pasión por los zapatos puede convertirse en un legado. Su trabajo va más allá de la fabricación y reparación del calzado. Este oficio contiene mucha tradición, creatividad, modernidad y sobre todo, pasión por lo que se hace

"Se los reparo, se los arreglo, bien rapidito. Ay señorita, a esos zapatos hay que cambiarles tapitas. Ay caballeros, póngales suelas y tacones nuevos, estoy seguro que en todo el barrio soy el mejor zapatero". "Echale cola a mis zapatos, que se despagan a cada rato".

Al ritmo de Guaco, con estos versos de su viejo tema El zapatero, que ofreció a quienes se dedican a este oficio, algunos de ellos lo recuerdan animando su jornada con los clientes que a su paso solicitan su mano para que los saque del apuro, porque se les despegaron las suelas con la llegada de las lluvias y le dicen: "Me dejaron en la calle".

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Oficio que renace por el alto costo de los calzados. Foto: Will Marval

Fueron populares en los sectores residenciales de la ciudad y hoy muchos regresan a la calle, en busca de clientes, realizando este oficio que había desaparecido y que constituyó uno de los más importantes en la vida de las personas en las décadas de los 70 y 80.

Sin lugar a dudas, el que remienda zapatos ante la crisis que vivimos, permite a muchos no lanzar al cesto de desechos sus “gomas” o los de cuero, y busca quien se los ponga como nuevos.

Se pega y se cosen y así duran otro tiempo. Foto: Will Marval

En cada barrio de Maracaibo, como en tiempos pasados, nos encontramos con la misma disposición y entrega para el trabajo, como los que reparan todo tipo de calzados y se ubican en una esquina o acera de cualquier vía o simplemente en sus casas, con un aviso en la puerta de entrada principal: “Se cosen gomas”, “se pegan zapatos “.


Los costos de un par de calzados nuevos suelen tener distintos precios, algunos económicos, de mala calidad, que no aguantan dos aguaceros como dicen en Maracaibo, porque sabemos que se vive otra realidad y la mala calidad prevalece en los mercados.

Proliferación de avisos, ofreciendo el servicio desde las casas de habitación. Foto: Will Marval


Por ejemplo, con un salario de 1.200.000 bolívares, lo que equivale a 1,8 dólares, según la tasa ofrecida por el Banco Central de Venezuela (BCV), a los venezolanos se les hace difícil lucir nuevos calzados.


Un par de zapatos puede ir de los 15 dólares hasta los 35 y 40, dependiendo de la marca y la calidad, sí se habla de originales.

Con mucha dedicación y paciencia los zapatos quedan como nuevos. Foto: Will Marval


Un ciudadano que recibe sueldo mínimo necesita al menos 24 mensualidades para poder adquirir zapatos de 20 dólares, y jamás serán de marcas reconocidas.

Tuvimos que volver a “remendar”


Conseguimos a Willy Montilla, trabajando en una de las aceras del sector Paraíso con 5 de Julio, donde atiende una clientela que le dejó su padre que por 30 años permaneció en su puesto, y nos hizo recordar a aquellos personajes tan importantes del pasado como la modista, la enfermera, el barbero, la partera, o el que echaba las cartas para saber de la suerte, que eran atendidos en cualquier lugar en los barrios populares.

“Esto había desaparecido ante el avance de la vida moderna. Hoy la crisis económica los hace regresar con su olor a pega, suela, semicuero, tintura", dijo Mariela Gutiérrez, una cliente que esperaba que le pegaran las sandalias porque “me dejaron en la calle”, dijo.

Dialogamos con uno de estos personajes, quien escogió el oficio de otros miembros de su familia, y dijo que aprendió a remendar cuando su padre, quien vino de Colombia, lo enseñó.

Buen oficio


Para Neule Rivera, el coser y pegar calzados es un buen oficio. Te distrae –dice- y los clientes casi siempre son los mismos y a veces te cancelan en cómodas cuotas. Las mujeres son las que más reparan y colocan “tapitas”, aseguró.

Carlos Rivera tiene su negocio ambulante en una acera del sector Paraíso desde hace 20 años y con su experiencia nos aclaró que revisa el calzado y le adelanta al cliente cuánto se va a tardar, según el daño que tenga. “Yo les informo si no están para hoy y deben regresar otro día, y el valor, para que les queden como nuevos.

La clientela en casa


Rixio Ferrer, un jubilado, repara los calzados en su casa en el sector Los Claveles, donde tiene un aviso en la entrada principal que dice: “Se cosen y se pegan todo tipo de calzados”.

Aunque desde enero el servicio ha disminuido, siempre acuden las chicas a que les peguen y cosan las gomas, hombres y hasta niños que traen sus padres que les pequen tacones.

El remendón de zapatos dice que cada día los precios de los nuevos hace que tengan más clientes Foto: Will Marval


Tiene una gran clientela desde hace más de 15 años que se dedica al oficio junto a su esposa y mantiene hasta ahora los mismos precios que oscilan entre $2 para los calzados de niños y entre $3 hasta $5 para los adultos.

"Zapatero por favor, déjamelos como quiero, que no hay plata para comprarme unos nuevos", siguen el canto de Guaco.

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