En el piso 4 del ala pediátrica del Hospital General del Sur se dejó escuchar el llanto desesperado de Cristina Zapata. Su hijo Jesús Santiago, de tres años, afectado por una severa neumonía y derrame pleural, requería exámenes y tratamiento estimados en trescientos dólares.
Ella, con su sueldo de maestra de escuela, y su marido, Jesús, con lo que percibe como oficial de vigilancia, están lejos de reunir semejante cantidad. Con el tiempo jugando en contra, estalló en llanto, presa de la angustia.
El caso fue conocido por la organización Por la Nueva Venezuela, quienes se dieron a la tarea de auxiliarla, consiguiendo los recursos para hacer una tomografía al niño, requerida para conocer los alcances de la afección. También deben practicar diversos exámenes, uno de ellos para descartar tuberculosis.
Noticia al Día visitó el centro de salud para conocer de primera mano el caso de Jesús Santiago, quien vive con sus papás en una humilde habitación alquilada, en el barrio Raúl Leoni, cerca de la Curva de Molina. El pago de treinta dólares mensuales es la garantía para tener un sitio al cual regresar al terminar la jornada diaria.
En opinión de Cristina, ese no es un lugar apropiado para que el niño viva, pero es el techo que tienen. El cuarto es húmedo, con poca ventilación. Allí comenzó la tos persistente que, con el transcurrir de los días, dio como resultado una seria afección respiratoria.
De hospital en hospital
Antes de llegar al General del Sur, los esposos Albornoz Zapata visitaron otras instituciones de salud, entre ellas el Hospital de Niños de Veritas, donde el pequeño Jesús Santiago no fue admitido. La madre piensa que la presunción de tuberculosis hizo que les cerraran las puertas.
Desde que nació, la salud de Jesús Santiago es delicada. Ella sufrió un cuadro de preeclampsia, por lo cual el bebé nació con el peso de un prematuro y tuvo que permanecer en incubadora.
Cristina es nativa de Caja Seca, municipio Sucre, y siempre ha tenido un gran espíritu de superación. Al terminar el bachillerato se vino a Maracaibo, buscando ampliar sus horizontes.
Estudió en el Ince, hizo el componente docente en el Instituto Universitario de Tecnología de Maracaibo y logró el título de Licenciada en Educación en la Universidad Católica Cecilio Acosta. Hoy día es maestra de aula en una escuela de la nación.
Sueldos que no alcanzan para nada
“Soy docente desde hace diez años; desde hace cinco, trabajo en una escuela pública. Yo presto un servicio al país, ¿cómo es que no puedo cubrir el tratamiento de mi hijo y tengo que pedir para salvar su vida?”, reclama.
Cristina gana cuarenta y ocho dólares mensuales, en ese mismo orden están los ingresos de su esposo, si trabaja todo el mes. La empresa de seguridad en la que labora solo paga por jornada cumplida. Mientras Jesús está turnándose con su esposa para el cuidado de su hijo en el hospital, deja de percibir el salario, ya bastante precario.
“Para nadie es un secreto que esos sueldos no alcanzan y que, a pesar de que uno es un profesional preparado, a la hora de la necesidad, por lo menos en un caso de emergencia como este, uno queda de manos atadas. El que trabaja es digno de su salario; uno debería tener al menos un seguro”, expresa Cristina.
Cristina: "Lo más importante es Jesús Santiago"
Es la impotencia al saberse vulnerable, lo que hace que sus lágrimas afloren. Su salud también está comprometida, ya que es hipertensa. Las emociones fuertes no le hacen bien. No sigue el tratamiento con regularidad, porque para ella y para Jesús la prioridad es su pequeño.
Ambos desean verlo crecer sano, que estudie, que sea un ciudadano de bien. Sueñan con la posibilidad de poder darle un techo propio y salir de las cuatro paredes donde la pobreza los ha arrinconado.
F Reyes
Fotos: Xiomara Solano
Video: cortesía @porlanuevavenezuela
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