Ignorado se encuentra Daniel en plena avenida 5 de julio. Con una eventración del tamaño de una pelota de softball, es evidente que necesita ser auxiliado. Sin embargo, el confía plenamente en Dios y cada día recibe ayuda de los transportistas que se apiadan de verlo enfermo y tendido al sol.
Aún así, esta ayuda que recibe de parte de los transeúntes solo alcanza para su alimentación diaria y no es suficiente para un hombre que se encuentra absolutamente solo y por su condición se le hace muy difícil conseguir un trabajo. Es realmente conmovedor ver la humildad de este señor, que solo desea un techo para dormir, más allá de la enfermedad, se conforma con un ranchito donde pueda vivir tranquilo.
Resulta indignante ver a Daniel en plena avenida como si se tratara de una estatua, los carros pasan a máxima velocidad rozando su silla de ruedas y el no esconde el miedo que siente, consiente de que puede morir en un segundo, pero es un hombre de fe y confía en la buena voluntad de las personas, porque cada día recibe una ración de comida necesaria para sobrevivir.
Daniel le hace un llamado a las personas que lo quieran ayudar, para que se pongan la mano en el corazón y no se olviden de este humilde hombre. Quienes lo conocen saben que fue un hombre trabajador, pero con esta condición es imposible hacerlo. Su operación tiene un costo aproximado de 1000 dólares. El no pierde la esperanza de recibir esa ayuda y de contar con un techo para dormir.