Manuel Cabré Alsina, nacido en Barcelona, España, el 25 de enero de 1890 y fallecido en Caracas, Venezuela, el 26 de febrero de 1984, dejó una huella significativa en las artes plásticas venezolanas. Se le conoce como “el pintor de El Ávila” debido a su profunda conexión con esta emblemática montaña que rodea el valle de Caracas. Algunos de sus aportes más destacados incluyen:
Paisajismo excepcional: Cabré fue un maestro en capturar la belleza natural de Venezuela. Sus pinturas del Cerro El Ávila, con todos sus matices y ángulos, son emblemáticas y han dejado una marca indeleble en la historia del arte venezolano.
Renovación estética: Como fundador y líder del Círculo de Bellas Artes, contribuyó a la renovación estética en Venezuela en la década de 1920. Este grupo anti académico desafió los métodos de enseñanza tradicionales y abogó por una visión fresca y audaz del arte.
Técnica magistral: Cabré dominaba la técnica, el color y la forma. Sus paisajes eran puros y auténticos, pintados al natural, siempre mirando hacia El Ávila y el valle de Caracas.
En resumen, Manuel Cabré dejó un legado duradero en la pintura venezolana, celebrando la majestuosidad de la naturaleza y la identidad visual de su país.