La gran fiesta de celebración de Frida Kahlo en Maracaibo continúa en el Teatro Baralt desde la tarde del martes 25 de junio y ya genera resultados espléndidos, allende los detalles culturales: en Palmarejo de Georgos, unos turistas ingleses han comprado sendas piezas, la de la joven Antonella Tota y la del veterano Sergio Sarcos.
La apertura del pasado jueves abarrotó el local de las calles Carabobo y Colón, tal como reseñó Noticia Al Día, que ahora reproduce las emocionadas palabras de Antonella, una chica de El Soler cuyo rostro lucía radiante cuando Cynthia Tariche, Érika Rojas, Hernán Hernández Belloso y Stella Raggio le entregaron los primeros dólares netos que se gana con su propio talento pictórico.
Ella nos contó: “A principios del mes de junio recibí una maravillosa invitación, para integrar una colectiva de arte sobre Frida Kahlo, quien fue y sigue siendo madre del arte y su expresión. Cuando está invitación llegó a mí, me sentí la persona más contenta del mundo, creí que era una oportunidad tan inmensa que hasta llegué a pensar que sería demasiado para mí…”.
Como miles de muchachas que han optado por apostar a quedarse en Maracaibo y plasmar su coraje y resiliencia desde aquí (seguid el ejemplo que la Frida dio), Antonella estudia y trabaja y sueña y participa en este intento:
“Si bien al principio me sentí afortunada, también fui víctima de las inseguridades y pensamientos sobre si verdaderamente era mi lugar y si debía tomar la oportunidad que la vida me estaba regalando. Afortunadamente existen personas en mi vida que siempre están por motivarme y hacerme ver cuan especial puedo llegar a ser…”.
El arte es un ir desde el alma y así lo expone la feliz artista novel: “Luego de aceptar lo que para mí parecía un desafío, y empezar a creer que era capaz, las ideas comenzaron a fluir de una manera increíble, eran tantas que no sabia cual podía plasmar. Investigué y me informé mucho, para poder darle un significado más profundo a mi obra. Luego de todo el proceso creativo y de tener todas las ideas llegó mi momento favorito: darle color y vida a mi cuadro. Estuve alrededor de 4 días pintando, en tiempos intermitentes, a veces pintaba una parte, luego otra y así fui hasta poder ver claramente todas las formas que quería reflejar. Me sentí muy contenta durante el proceso porque todo estaba como lo imaginé. Se cuanto esfuerzo y amor le puse a esta, mi segunda pintura en la vida, y primera hecha con mi propia inspiración…”.
La grandeza del arte consiste en su belleza y estímulo. Los turistas ingleses hablaron a los paisanos con los que coincidieron en el bar cultural del centro y resaltaron el enorme talento ahí congregado. El cuadro de Antonella es una bailarina Frida fundida en una perspectiva que también recuerda los colores del traje del Arlechino. Ella prosigue:
“Siguiendo el recorrido llegamos al día de la entrega, estaba nerviosa, asustada, imaginaba que habrían muchas personas con cuadros magníficos y que de pronto existía la posibilidad de que el mío ni siquiera podría encajar (tenía una idea muy diferente a la entrega, en parte hecha por mi imaginación); por contrario de eso, fue uno de los días que me marcó este mes, los organizadores y quienes me invitaron me recibieron con un amor maravilloso, me dejaron explicar cada detalle de mi pintura, se alegraron y me felicitaron, lo que me llenó de emoción pura y muchas más ansias del día de la exposición.
Saliendo de allí me sentí tan liviana y feliz, me sentí completamente orgullosa…”.
Su corazón retumba como la batería de los Pachín Brothers y en el compás Antonella dice:
“Estuve los días contenta y a la expectativa del maravilloso día que me esperaba, invite a conocidos, a mi familia, mi novio; quienes me apoyaron y me ayudaron siempre. Llegó el día de la exposición y yo me sentí tan extasiada, encantada con cada obra, y orgullosa de que la mía estuviese al lado de cuadros y pinturas tan maravillosas, aún así nunca me sentí inferior, cada persona que estuvo allí me hizo sentir especial cada vez que se acercaban a visualizar mi cuadro. Ese día me sentí en mi lugar, sentí que pertenecía, que eso es lo que quería compartir con el resto de las personas. Fue una experiencia inolvidable para mí, y dejo una marca en mi corazón.
Pasaron exactamente dos días cuando mi mamá me llamó emocionada diciendo que alguien se estaba intentando contactar conmigo porque compraron mi cuadro, el mundo se me paró un segundo y luego todo pasó rápido en mi mente hasta que llegue al punto en donde me di cuenta que estaba sentada en Palmarejo (cuna de mi arte), frente a personas maravillosas que solo me miraban con sonrisas y me felicitaban por mi venta…”.
Cada quien tiene lo que se merece, escucha ella a algún maestro espontáneo, a quien le termina de contar su regocijo:
“Ese día me acompañó mi novio, quien todavía me dice "no creo nada de lo que está pasando". Nuestra emoción era compartida y él junto con mi familia se encontraban extasiados por lo que estaba sucediendo. Todo esto dio un giro en mi vida, yo nunca esperé vender, nunca pensé en recibir dinero por algo que me gustó hacer y que hice con él corazón, para mí fue impactante, pero estoy consciente de que lo que mas me gusta de pintar, no es recibir dinero, sino aprendizaje y experiencias que no tendré de una forma tan gratificante en ningún otro lado. Estoy agradecida con cada persona que estuvo allí, no importa si fue un segundo, una simple mirada a mi cuadro, un simple saludo, unas felicitaciones; cada persona que creyó y confío en mi forma parte de esta nueva etapa. Estoy enamorada del arte en todas sus expresiones, y ahora se con orgullo que formo parte de una grupo maravilloso en mi ciudad, que ayuda y apoya a cada artista desde sus inicios, cómo lo hicieron conmigo…”.
Alexis Blanco