Las cenizas de María Isabel Macías Galvis, de 24 años, y Yoneiker Alejandro Acosta Araque, de 19 años, arribaron al estado Táchira en dos cajitas de madera, luciendo en una de sus caras la imagen de la Virgen de Guadalupe, en un proceso de repatriación que se prolongó por casi tres meses.
Ellos mantenían una relación sentimental desde hacía tiempo y habían tejido planes en pro de un mejor futuro en Estados Unidos, pero la odisea se vio trágicamente interrumpida.
Ambos perdieron la vida en un accidente vial acaecido el pasado 19 de febrero, en la vía que conecta a Oaxaca con Cuacnopalan, en México, junto a más de 15 migrantes de distintos países.
Tras casi tres meses, retornaron al pueblo que los vio crecer, en donde familiares, amigos y vecinos les brindaron una conmovedora despedida, en el cementerio de Coloradas.
A las 3:00 de la tarde del domingo 16 de abril, el pequeño camposanto recibió a la caravana compuesta por personas de todas las edades, vistiendo franelas blancas, con las imágenes de la pareja sonriente estampadas, con globos y flores.
Unidos por ese sentimiento de dolor e incertidumbre que deja la despedida repentina de dos de sus integrantes más jóvenes, joviales, pero que por cuestiones del destino no pudieron ver cumplidos sus planes de pisar tierras estadounidenses y labrarse un mejor futuro para ellos y sus familias.
Luego de la misa, celebrada por el Padre José Gregorio Duque, quien cumple funciones en la parroquia de San Joaquín de Navay, en la que, entre otras cosas, resaltó que había que enaltecer la memoria de María Isabel y Yoneiker siendo mejores cada día, se les dio el último adiós a la pareja.
En medio del llanto, globos blancos fueron lanzados al cielo, en la calurosa tarde de la llamada “Puerta del llano”.
Los padres de los jóvenes coincidieron en que siempre los van a recordar como esos seres alegres que fueron; sonrientes, emprendedores y dispuestos a apoyar a los demás.