Pasas por allí, lo ves absorto en meditadora soledad. Mira el sol despuntando como ido a edades lejanas. Ni una palabra, ni un gesto, es una mirada llena de paz, el rostro de Henry Hernández refleja una serenidad interior. Por mucho tiempo había querido hablarle, conversar con él, no tenía la menor duda que era un filósofo, un pensador, un sabio, un alma formada para la búsqueda, la solución de nuestras contrariedades, pero, siempre algo me ocupaba, seguía diciéndome: "Mañana será".
Este jueves llegó el momento, estacioné la vieja Cardenal y concreté la cita postergada.
-¿Cómo te llamas?
-Me llamo, Henry Hernández -una voz cálida, bien pronunciada.
-¿Qué edad tienes?
-Tengo 60 primaveras con sus veranos.
-¿Qué profesión tienes?
-Estudié Filosofía y Teología en la ilustre Universidad del Zulia, mi casa.
-¿De dónde eres?
-Vengo de padres cubanos, algo de colombiano y venezolano. Tengo dos nacionalidades: colombiana y venezolana; también me dicen que tengo algo de árabe.
-¿A qué te dedicas?
-Medito, doy clases en varios idiomas. Me buscan para enseñar inglés. Hablo cinco idiomas.
-¿Dónde vives?
-En Los Olivos-barrio.
-¿Eres casado, tienes hijos?
-No, soy soltero, vivo con mi familia, con mi madre, Aura Rosa Hernández Cubía.
De juventud dice haber frecuentado muchos bares, llevó una vida desenfrenada en brazos de mujeres, quienes alquilaban el cuerpo por placer y por necesidad.
A las 8 en punto de la mañana llega, acomoda su morral con cuadernos tan sabios como los de Mauricio Babilonia, se sienta en el borde de la media pared del estacionamiento mirando McDonald´s por encima de donde va despertando el sol para bañar la ciudad.
Las personas, los empleados de las tiendas, locales, agencias de viaje del lugar pasan, le dan los buenos días, lo conocen, lo estiman, algunos le dejan unos pancitos dulces, un jugo, un refresco. "Son bendiciones de Dios", dice.
Lee también: Vuelo 370 de Malaysia Airlines: Nueve años de misterio
Las clases le permiten comer y los pasajes. Busca un empleo. Quienes deseen ayudarlo, allí lo encuentran de lunes a viernes de 8 a 10 am, pensando, meditando, contemplando aquello que es invisible a muchos ojos.
Conversar con Henry Hernández hace mucho bien. Es un sabio, un filósofo, poeta, predicador, profeta. Está aquí, pero puede andar en un enigmático viaje del tiempo, por las calles con casas blancas en Grecia, el camino a Roma, en las riberas del Nilo o en una esquina bulliciosa de El Cairo; tal vez por eso habla en varios idiomas, porque nunca sabe en cuál lugar de la tierra estará cuando su mirada se pierde en 5 ‘e Julio.
Josué Carrillo
