A un costado del estacionamiento de Seguros Catatumbo, no en Bella Vista sino justo en la entrada, un personaje peculiar atendía su pequeño puesto de jugos y batidos. Era un hombre culto, con porte que recordaba a los andinos, acompañado siempre de su hijo, un niño con rasgos guajiros. Su negocio tenía un nombre que muchos aún evocan con nostalgia: "El Váyalo".
Vestía chaleco rojo y hallaquita, una imagen distintiva que complementaba con su historia de vida. Se decía que había trabajado como barman en populares establecimientos marabinos y que, al agitar los cócteles, exclamaba con energía su característico “¡Váyalo!”, expresión que terminó por darle identidad a su emprendimiento.
Hoy traemos a la memoria a este personaje en busca de algún registro oral o visual que nos ayude a reconstruir su historia y mantener vivo su legado en el imaginario colectivo.
La periodista Arelis Munda ha contribuido a revivir su recuerdo en una reciente entrevista, en la que menciona a otro ícono de la ciudad: “Eduard Olivares es un marabino que lleva 40 años vendiendo limonada y papelón con limón frente al Callejón de los Pobres, un sitio emblemático de Maracaibo”.
¿Tienes alguna foto, anécdota o testimonio sobre "El Váyalo"? Comparte con nosotros y ayudemos a preservar la memoria de aquellos personajes que le dieron vida a nuestra ciudad.