Cada 2 de diciembre se conmemora el Día Internacional de la Abolición de la Esclavitud, para conmemorar la fecha exacta en que la Asamblea General de la ONU firmase el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena.
No obstante, esta organización, aún hoy en día, sigue luchando contra las formas modernas de esclavitud, que no se han podido erradicar en el mundo.
Según las últimas estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo forzoso y el matrimonio forzado han aumentado considerablemente en los últimos cinco años. En 2021 había 10 millones más de personas en situación de esclavitud moderna en comparación con 2016, lo que eleva el total a 50 millones en todo el mundo. Las mujeres y los niños siguen siendo desproporcionadamente los más vulnerables.
A pesar de no estar definida en la ley, la esclavitud moderna se utiliza como un término general que abarca prácticas como el trabajo forzoso y el matrimonio forzado. Hace referencia a situaciones de explotación de las que una persona no puede escapar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder.
La esclavitud moderna se da en casi todos los países del mundo, y traspasa todas líneas étnicas, culturales y religiosas. Más de la mitad (el 52%) de todos los trabajos forzados y una cuarta parte de todos los matrimonios forzados se encuentran en países de renta media-alta o alta.
La OIT adoptó un nuevo Protocolo legalmente vinculante diseñado para reforzar la lucha contra el trabajo forzoso en todo el mundo, que entró en vigor en noviembre de 2016.