“Desde hace rato andamos en un nuevo momento de teatro”. Alexis Blanco ha entrevistado a nuestra recién laureada dramaturga, Lolimar Del Valle Suárez Ayala, quien ganó la Segunda Bienal Nacional de Literatura Apacuana, con su obra teatral “Los cuatro de Copenhague”.
El boletín oficial respectivo informa que la bienal es convocada por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) y el Centro Nacional del Libro (Cenal), “con el objetivo de estimular la creación de obras de teatro cuya temática promueva el análisis de la teatralidad venezolana y contemple nuevos planteamientos discursivos y estéticos de la dramaturgia nacional.
Estuvo dirigida a autores venezolanos y extranjeros residenciados en Venezuela con obras de teatro inéditas y originales…”. El jurado, designado por la CNT e integrado por Aníbal García, Verónica Arellano y Pablo García Gámez, después de evaluar 31 proyectos participantes, acordó por unanimidad declarar ganadora la obra “Los cuatro de Copenhague”, identificada con el seudónimo “Orión” y que, una vez abierta la plica, resultó ser de la autoría de Lolimar Del Valle Suárez Ayala.
De acuerdo con el veredicto, el manuscrito fue seleccionado “por su aporte a la dramaturgia venezolana, valorizando a la tercera edad, su solidaridad y amistad”. El jurado indica que la obra “ofrece intensidad y riqueza en sus metáforas, agilidad en los diálogos y personajes de calidad humana; personajes tradicionalmente relegados que muestran una actitud de convivencia más allá de las diferencias entre ellos”.
Como premio la ganadora recibirá un pago únic otorgado por el Centro Nacional del Libro, Diploma (Cenal/CNT) y la publicación (impresa y digital) por Monte Ávila Editores Latinoamericana después de sujeta la obra ganadora a revisión y montaje por la CNT el año continuo a la celebración de la bienal.
Una profesional integral y extraordinaria persona es Lolimar, además de ser escritora de excelsa e inteligente pluma; formadora teatral, directora escénica y licenciada en Comunicación Social por la Universidad del Zulia. Autora de las obras teatrales El puente, Señor Ministro, Piso 5, Rouge Cabaret, Amigas, La fiesta de la Princesa, Serpentario, Tres regalos, todas llevadas a escena. Ella realizó estudios de teatro en la Escuela de Teatro Inés Laredo e integró el Teatro Estable de LUZ durante 11 años, donde incursionó en la dramaturgia y la dirección escénica.
Es cofundadora de la Productora teatral Teorema. En 2022 ganó el Premio Nacional de Dramaturgia Lina López de Aramburu que entrega la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte). Su línea de acción en el ámbito teatral respalda la dramaturgia del actor, la investigación y la crítica social en su planteamiento discursivo.
Se trata de once temas para una entrevista: matizada con pinceladas de posverdad: el periodista ha trabajado sobre el escenario con ella y, en consecuencia, ello conlleva lazos y nexos de indisoluble esencia vital:
1.-¿Qué estabais haciendo cuando te avisaron lo del nuevo premio?; ¿Cuál fue tu primera reacción?; ¿A quien(es), en primera instancia, sentiste la necesidad íntima de dedicárselo(s) y por qué?—Tengo una de mis gatas enferma de las encías, ella se llama Flor de Jamaica. Cada vez que ella se deja sorprender, la agarro, la cargo y le doy su tratamiento que consiste en empujarle una pastillita de tal modo que ni la escupa, ni la muerda, pero para ello debo mantenerla quietecita, con la boca cerrada hasta que haga glup! Es el momento de la realización, porque ella es silvestre, mejor dicho, feral, aunque de buenos modos conmigo y con Arnaldo porque somos sus protectores contra todo mal y peligro, que lo hay, y mucho. Cuando llamaron para informar la decisión del jurado estaba esperando el glup de Flor de Jamaica. Devolví la llamada perdida y entonces la que hizo glup fui yo, ¡y cómo no! Sabiendo el significado de semejante noticia.
2.-¿Cuales serían los escenarios ideales para que la región “teatral y cultural” del Zulia reciba y retroalimente este importantísimo Lauro?—Que lo reciban como la ratificación de que andamos, desde hace rato, en un nuevo momento de nuestro teatro, que ya casi estamos en el primer cuarto de siglo del siglo XXI y que somos la voz de este momento presente. No lo digo en lo personal, lo digo porque hay contemporáneos, otros no tanto, y más jóvenes muy activos, creando, preparándose, mostrando sus trabajos, escribiendo. Ciertamente, tenemos mucha historia y recuerdos, pero también un presente de resultados.
3.-En términos de lo que significa tu actividad profesional y con respecto a tu proyección institucional, ¿Qué consideras como fundamental en relación con estos dos premios a tu dramaturgia?—Es fundamental entender que se debe ser muy determinado para asumir disciplinas del arte que no son tan favorecidas como otras en términos de infraestructura, mecenazgos, protección, proyección y formación dentro y fuera del país. Pero estamos en un momento muy interesante para consolidar una movida teatral plena, porque, teniendo lo más difícil, que es contar con creadores activos, con repertorios, faltaría darle lugares y fechas con hora fija para que el público recupere el hábito y todos ganemos.Lo más difícil es aceptar las pérdidas iniciales, porque no se va a tener lo que llamamos "buen público " por espontáneo, hay que sacarlos de las pantallas y traerlos, hay que aprender a vender, a promocionar y todo un montón de tareas que no son aptas para impacientes. El otro tema es la calidad. Si haces vainas malas, pues la gente te comprará el boleto una vez, pero no dos.
4.-¿Cuánto, tanto de la mujer artista, la actriz oficiosa, la periodista sagaz y la ciudadana inteligente concurren o convergen en este instante de la vida para Lolimar Suárez Ayala?.—Estamos hechos de todo lo que vivimos y eso involucra el patio de la infancia, la escuela, los viajes en autobús, las escaleras de la Inés Laredo, los pasillos de Humanidades, el Paraninfo de LUZ donde residió el Teluz, la Redacción de Panorama, el escenario del Baralt, el mundo mismo que enseña tanto. No se puede separar porque todos esos fragmentos aparecen inevitablemente en mi escritura.
5.-Esa decisiva influencia, tanto de tu padre como de tu mamá, ¿En qué medida sustenta y contribuye a la configuración de tu cotidianidad creadora?—Ellos fueron unos excelentes narradores, ni siquiera sabían que lo eran. Cuando me contaban sus aventuras de infancia, les brillaban los ojos, se emocionaban. Ocurría el milagro, la conexión entre el recuerdo de ellos y la imaginación mía. Siempre preferí escuchar antes que hablar, de alguna manera hacía lo mismo que ellos hacían cuando eran niños en esos páramos donde las noches se mataban a punta de cuentos, de música campesina, sin más luz que la de la luna. Sin ese resorte inicial y definitivo, no hubiese saltado a ninguna parte en materia creativa.
6.-Cuando viste la representación de Revelaciones, esa otra obra tuya premiada a nivel nacional, ¿Qué sentiste?; ¿Cuáles de esas tales instancias y circunstancias no olvidarás luego de dicho acontecimiento?—Revelaciones fue la obra ganadora del Premio de Dramaturgia Lina López de Aramburu de la UNEARTE y fue estrenada por la Compañía Nacional de Teatro este año, también un hecho muy importante porque no había sucedido. Esa obra tuvo su vuelta de tuerca muy feliz por el precedente que dejó. Fui al estreno en la sede de la CNT. Es muy extraño lo que sientes cuando escuchas tus textos en voces de actores que no conocías y un poema tuyo amorosamente convertido en una canción, con arreglos para guitarra. Surgieron otros signos, otras metáforas, códigos que otros hallaron, quién sabe cómo será el profesor Amabilis -que interpretaráis vos y que encarnó impecablemente Luis Enrique Torres- cuando siga volando y lo monten otros.
7.-¿Podéis compartir con los lectores de NAD una sinopsis de la reciente pieza galardonada?; ¿Cómo sería la puesta en escena ideal de la misma según tu visión experimentada de puestista?—Los cuatro de Copenhague es un viaje a la casa de reposo de Giuseppe y sus viejos compañeros, quienes sortean cada uno sus propios conflictos existenciales para burlar el destino. El maestro Pablo García Gámez escribió un artículo muy superior sobre la obra en Facebook. Es una mirada prístina -porque es otra- que recomiendo leer.
8.-¿Como enfoca Lolimar Suárez Ayala el actual momento histórico, en lo cultural y político, que transcurre en Venezuela..? Si te fuese dado formular cinco sugerencias con respecto a esto, ¿Cuales serían?…—Que esto es un v… injusto e innecesario, porque Venezuela es un país rico, muy rico donde la mayoría vive pobre, muy pobre, entonces, más que sugerencias, sueño con que un marciano llegue y reparta aunque sea una sola pastillita de sentido común para que subamos de nivel en todos los ámbitos.
9.-La Escuela de Teatro Inés Laredo sobrevive merced a la tenaz agenda académica desplegada por vos, junto con tu compañero, el maestro Arnaldo Pirela Paredes…¿Cuál sería tu mensaje implícito y vinculante de tu éxito escritural con relación a todo este ingente tenaz esfuerzo?—La Escuela Inés Laredo fue mi escuela. Estudié en sus aulas cuando inauguraron la sede en 1989. Era una belleza, pero hizo aguas prematuramente. Varios teatristas se esforzaron, como Carlos Guevara, también Nelly Oliver hacia 2015.Cuando Viviana Márquez es designada Secretaria de Cultura, nos encomendó una tarea inmensa pero emocionante. Desde 2022 estamos retomando su organicidad con Arnaldo Pirela como director. Los resultados están a la vista: La Escuela tiene, luego de muchos años, alumnos activos en primero, segundo y tercer año provenientes de Maracaibo y de otros municipios del estado Zulia. Cuenta con un entusiasta Taller Inicial de Teatro y se han desplegado acciones escénicas y encuentros pedagógicos que le siguen dando proyección, no solo en el ámbito occidental sino nacional. Estoy segura de que esta institución de la Gobernación del Zulia verá tiempos mejores en aspectos como su infraestructura, que para nadie es un secreto, fue abandonada y olvidada. Sobrarán motivos para enaltecerla: Es la única Escuela de Teatro en su tipo en el Occidente del país, lleva el digno nombre de una grande del Teatro: Inés Laredo. Tiene 46 años de fundada, es un semillero de artistas y de grandes profesionales. Hoy está de pie, activa y entusiasta. La Escuela de Teatro Inés Laredo es un activo cultural como pocos en Venezuela.
10.-También resulta ejemplar (y apuntaría que también es muy noticiosa) esa coyunda, esa dupla, este matrimonio entre dos artífices que se complementan en Teorema…¿Podríais recrear para nuestro público un comentario tuyo extendido hacia esa área tan trascendental de tu vida? —Por supuesto que Arnaldo, Teorema y el trabajo que hacemos desde los 90 con el Teatro Universitario es la mejor muestra de amor por este arte, porque nos hemos comido las verdes bien verdes y las pintonas, a veces. De todo eso se aprende.
11.-¿Porqué consideráis vos que la disciplina teatral involucra un ejercicio infatigable de ética y estética?; ¿Hacia donde crees que va el arte en nuestro tiempo?; ¿Es él la verdadera salvación de la Humanidad?; ¿Qué creeis vos o vos qué creeis?—El arte no se esfuerza por vencer al otro, el arte es libre, el arte te toma de la mano pero el viaje lo haces tú. El arte te transforma, nunca vas a salir de una sala de teatro igual que como entraste. El teatro, que es la convergencia de todas las artes, te enseña a ser crítico, a conocerte en tus dones y limitaciones. Los políticos deberían ver teatro, verse en esos espejos de vez en cuando. La humanidad se salvará cuando renuncie a la perfidia dogmática, cuando se cuente entre los demás seres vivos y no sobre los demás seres vivos, cuando haga más poesía, cuando deje de dormir, y sueñe. El teatro es el único lugar donde todo es posible.
Alexis Blanco