Queridos lectores, el artículo que van a leer quizás sea uno de los más difíciles que he escrito. Ojalá y tengan la paciencia de llegar hasta el final porque, les aseguro que refleja una realidad que parece un cuento triste, alegre, esperanzador, realista, esotérico, religioso, científico, doloroso, educativo, aleccionador y quién sabe cuántas otras cosas más. Esta historia trata de la valentía de una mujer luchadora y productiva, me refiero a mi querida prima, Yajaira Laprea, mejor conocida como Yaya.
Con Yajaira compartí poco en la infancia, aunque mi madre, María Laprea, era la madrina de su padre Mario. Ya en la adultez, me reencuentro con mi prima. Estaba graduada de arquitecto y casada con un apuesto caballero llamado John. Ella se inventó una que tenía que ver, de refilón, con la arquitectura, ya que implicaba el diseño de unos quioscos sifrinos para vender periódicos y chucherías a los cuales bautizó con el nombre de: “Parada Inteligente”. Pronto, estos quioscos, estéticos y de funcional diseño, comenzaron a verse por toda Venezuela, los encontrábamos en aeropuertos, centros comerciales, avenidas, etc.
El pequeño negocio se transformó en una exitosa franquicia que, como toda empresa seria, reunía a su gente para darles lineamientos, conversar y seguir creciendo. Allí es donde aparezco yo, quien, junto a Pedro León Zapata, Laureano Márquez, Carlitos Jorgez y Violeta Alemán, nos encargamos bajo la brillante dirección de Yajaira, de divertir y enseñar a sus franquiciados y trabajadores durante maravillosas reuniones de trabajo.
Durante varios años, en el mes de diciembre, presentamos el Show del Pan de Jamón para el personal que estaba bajo su cargo. Gracias a estos espectáculos, logré acercarme mucho más a mi prima y comencé a admirar su tenacidad, su inteligencia, su don de gente, y a descubrir que en ella, la constancia y la paciencia eran maravillosos dones que poseía, además de una pericia extraordinaria para torear las dificultades que le permitían salir airosa de cuanto problema se iba presentando.
II
Un día, mi prima Yajaira, comenzó a sentir dolores musculares y se pensó que podía ser por exceso de trabajo o estrés. Pero no. Lamentablemente fue diagnosticada con una enfermedad neurodegenerativa progresiva que ataca el sistema nervioso central afectando el habla, el respirar y la movilidad. La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), es un diagnóstico terrible que tristemente, aún no tiene cura.
A lo largo de los últimos años, de manera despiadada, la enfermedad fue paralizando de a poquito sus músculos hasta inmovilizar su cuerpo. Atrás quedaron sus sueños de continuar presenciado cómo las Paradas Inteligentes crecían, y no tuvo otra alternativa que vender su franquicia. Sin embargo, Yajaira nunca quiso ni quiere ser generadora de lástima, todo lo contrario, esta mujer de temple admirable, en tan terrible momento, ha logrado transformarse en el soporte emocional de su esposo, de sus hijos Alejandro y Andreina, y de sus amados nietos.
Ella, a pesar de la adversidad, es un rayo de luz que alumbra y nutre a su familia y a los amigos que con tanto cariño la rodean día y noche. Yajaira es ahora la “Parada Inteligente” de un corazón enorme que moviliza el amor de quienes la queremos.
Con pasmosa y valiente tranquilidad espiritual, mi prima, junto a sus seres queridos, viajó a España. Me escribió y entre palabras hermosas y nostálgicas, me dijo: “tras profunda reflexión he decidido programar mi eutanasia para el 30 de septiembre. Es un día después de mi cumpleaños y me permite cerrar un ciclo de vida … sé que esta noticia puede ser dolorosa y créeme que no ha sido fácil llegar a esta decisión. Agradezco tener esta opción. Viví la vida como quise y quiero vivir la muerte como quiero … has dejado una huella en mi vida y quiero agradecerte por haber estado a mi lado … te pido que me recuerdes con una sonrisa. Te quiero mucho, tu prima, Yajaira Laprea, a treinta días de mi partida”.
Difícil, muy difícil afrontar esto. Juro que pensé mucho si escribía o no este texto, pero mi corazón me indicó que tenía que hacerlo. Si ella ha tenido la valentía de despedirse, no puedo menos que, con dolor y con cariño, dedicarle unas palabras.
Yajaira, prima querida, algún día, cuando no habías nacido aún, ya existías potencialmente dentro de un hombre y de una mujer que se enamoraron y como producto de ese amor, lograron darte la vida.
Yajaira, hoy eres una mujer afortunada al poder programar tu viaje a una vida nueva. Vas hacia ese lugar al cual todos iremos algún día. Tu renacer volverá a ser una posibilidad cuando un hombre y una mujer se encuentren y se amen. Dios existe y de pronto, estarás aquí de nuevo acompañándonos con tu inteligencia, tu dulzura, tu belleza y tu bondad.
Yajaira, te voy a contar algo, muchas de esas estrellas que ahora ves en el firmamento, a lo mejor ya no existen porque están muy lejos y recién nos llega su luz de cómo ellas fueron hace miles o millones de años. Es decir, querida prima, estás viendo algo que en realidad ya no existe, pero que sin embargo está allí, generando luz.
Yajaira, imagínate que desde un sistema planetario alejado a sesenta y ocho años luz, “alguien” pueda observar la tierra. La vería como era hace sesenta y ocho años luz y si pudiera enfocarse en la Venezuela del 29 de septiembre del año 1956, tú, mi prima amada, tendrías un día de nacida, aunque ahora ya no estés acá.
Yajaira, eso que te cuento es algo mágico, pero a la vez es real y maravilloso. Escucha bien, si quien mira hacia la tierra pudiera alejarse un poquito más en el tiempo, podría ver el momento en el que tus padres se conocieron y comenzó la historia de tu vida.
Yajaira, el 30 de septiembre empieza tu regreso a esa misteriosa e incomprensible cosa extraña que es la otra vida. En alguna parte del mundo, ojalá sea en Venezuela otra vez, nacerá una hermosa bebé quien, al crecer, tendrá enormes ganas de inventar vainas maravillosas para hacer feliz al mundo.
Yajaira, valiente prima, no me despido. Te digo hasta pronto.
Tú no te vas porque dejaste tu huella en quienes siempre te amaremos. Lo que no sabes, es que ya está en marcha tu regreso. Estaré pendiente de ti al mirar a las bebés en los cochecitos, algún día te encontraré y sabré que eres tú por tu sonrisa.
Yajaira, el treinta de septiembre del año dos mil veinticuatro es el día de tu parada inteligente y te tomarás un merecido descanso que te preparará para tu viaje de regreso.
Ojalá, en nuestra otra vida, tengamos la suerte de ser primos otra vez y juntos volvamos a gozar una bola.
@claudionazoa