Sábado 23 de noviembre de 2024
Salud

La salud amena: Venturas y desventuras de un NIÑO OBESO (Vinicio Díaz Añez)

En la sociedad venezolana con frecuencia se acostumbra a ponderar la gordura de los niños, apoyados en la falsa creencia…

La salud amena: Venturas y desventuras de un NIÑO OBESO (Vinicio Díaz Añez)
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En la sociedad venezolana con frecuencia se acostumbra a ponderar la gordura de los niños, apoyados en la falsa creencia de que un infante "bien papeado" es sinónimo de salud y hasta de belleza.

El elogio a la gordura infantil se observa en casi todos los estratos sociales, por lo que podríamos afirmar que esta tendencia tiene hondas raíces culturales en nuestro país. El niño flaco o enteco no es en modo alguno el paradigma a seguir, una vez que los chamos cruzan el umbral de los uno o dos años de edad; por ello se prefiere prodigar con alimentos de todo tipo el estómago de los chicos, desbordando la dieta diaria de calorías sin reparar en que ese desenfrenando régimen conlleva al sobrepeso.

Desde luego que los niños que viven bajo ese esquema de libertinaje dietario disfrutan de suculentos condumios, debido a la discrecionalidad de los padres. Tales comidas suelen ser por lo general altas en grasas y en azúcares, como hamburguesas, pizzas, helados, papas fritas, refrescos y chucherías; es decir, todos los géneros de comida chatarra que el consumismo ha impuesto a través de lo que la publicidad ha dado por llamar como las fast foods.

Las consecuencias negativas de ese sobrepeso podrían aparecer a partir de la pubertad, por lo que ese "gordito lindo", al que todos colmaban de mimos y vestían con ropas con tallas superiores a las de los niños normales, es un potencial candidato a padecer de algunas nefastas enfermedades cuando alcance la edad adulta, sobre todo una que actúa de madera artera y sigilosa como es la diabetes, de la que hay que tener mucho cuidado desde la más tierna edad.

Los hábitos alimentarios hoy en día adquieren una importancia relevante tanto en los niños como en los adultos; sin embargo, refrescos, más esa tendencia de atosigar los niños con dietas cargadas de grasas e manera indiscriminada, potencian sin duda la aparición de muchos obesos en la población infantil.
En los últimos veinte años la prevalencia de la obesidad en los niños ha aumentado bruscamente, especialmente en los países con realidades como la de nuestro país.

Este incremento se explica, básicamente, por la pobre alimentación que se agrava por la crisis económica y la vida sedentaria. Algunos sicólogos sostienen que otro factor que influye es la presencia de relaciones conflictivas entre los padres e hijos, en los que inciden ciertas pautas culturales propias de la época.
La obesidad en los niños está prevaleciendo tanto que casi se podría hablar de una epidemia, de acuerdo con un estudio realizado por FUNSALUD denominado "Causas de la Obesidad" el cual está disponible en su sitio web: www.tusalud.com

Según el citado organismo internacional, "(…) se estima que hoy en día en muchos países uno de cada diez niños es obeso al llegar a los 10 años. Las enfermedades a largo plazo que se ven venir, como consecuencia de esto, están siendo una preocupación en muchos países (…)."

La obesidad puede definirse como la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, aunque en realidad es una enfermedad que implica mucho más que eso, de acuerdo con lo que al respecto señalan los especialistas de Funsalud, ya que genera además dificultades para respirar, ahogo, interferencias en el sueño, somnolencia, problemas ortopédicos, trastornos cutáneos, transpiración excesiva, hinchazón de los pies y los tobillos, trastornos menstruales en las mujeres y mayor riesgo de enfermedad coronaria, diabetes, asma, cáncer y enfermedad de la vesícula biliar.

A todos estos trastornos físicos hay que sumarles los problemas psicológicos provocados por la discriminación social y las dificultades para relacionarse con los demás que sufre una persona cuya figura desborda los límites de la silueta saludable.

"Además, en la infancia – dice Funsalud – el problema puede ser aún mayor, por la angustia que provoca en el niño la cruel discriminación de los compañeros del colegio y amigos". Un niño se considera obeso cuando su peso sobrepasa el 20 por ciento de su peso ideal.

Entre los niños que comienzan con una obesidad entre los seis meses y siete años de vida, el porcentaje que seguirá siendo obeso en la edad adulta es de 40 por ciento, mientras para los que comenzaron entre los diez y trece años las probabilidades son 70 por ciento, porque las células que almacenan grasa se multiplican en esta etapa de la vida, por lo cual aumenta la posibilidad del niño de ser obeso cuando adulto.

Las opciones disponibles para el tratamiento de la obesidad en niños son limitadas. En adultos con obesidad, hay medicamentos disponibles para ayudar a suprimir el apetito, o que interfieren con la absorción de grasas. El uso de estos medicamentos no ha sido estudiado en poblaciones pediátricas.

En niños obesos, los pilares de la terapia incluyen dieta y ejercicio, ambos importantes para que el control del peso sea exitoso. En niños en crecimiento, el objetivo del control del peso es a menudo el mantenimiento del peso, o sea, mantener el peso actual mientras el niño crece en estatura.


Los objetivos de calorías pueden ser estimados más efectivamente trabajando con un experto en nutrición, quien puede asesorar a la familia acerca de dichos objetivos, cómo estimar los tamaños de las porciones, y cómo hacer las elecciones apropiadas en cuanto a alimentos. El ejercicio debe consistir de 30 minutos de actividad aeróbica, como caminar energéticamente, nadar o andar en bicicleta todos los días.

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