-Gran año de arduo trabajo corona la ilustre hija de la señora Ayala. Para regocijo de todo el teatro, mejor leemos, pueblo zuliano, la Universidad Experimental de las Artes, Uneartes, acaba de proclamarla ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia, por su obra Revelaciones y, esto lo dictamina esta nota, con el debido respeto, también por el conjunto de media docena de obras, bien escritas y mejor representadas, agregándose también ese hermoso trabajo institucional de rescatar y echar hacia adelante la Escuela de Teatro Inés Laredo.
Honorable y hermosa, fue su declaración ad hoc: “Es muy importante que sucedan estas buenas noticias para el teatro que se hace desde otros lugares distintos a Caracas.
Sin duda en la capital se han gestado grandes momentos para la historia de este oficio, pero que haya la posibilidad de reconocer otros resonadores, otras voces que nos definen como país es algo que siempre hemos reclamado en el mejor sentido.
Me alegra mucho esta mirada a los que estamos escribiendo, montando, creando todo el año por y para el teatro venezolano. Qué bueno sería que la misma ciudad en la que vives, que tú mismo estado lo vea también así.
Ahora mismo estamos ante el reto histórico de recuperar en su totalidad la sede de la Escuela de Teatro Inés Laredo, el lugar donde comencé mi formación. Sería un acto de magna justicia reinaugurar este espacio y generar las condiciones formales para su autogestión.
No podemos ocultar que en los últimos lustros este lugar, que es una dependencia pública inaugurada apenas en 1989 naufragó, fue abandonado, sus dolientes echados a otros lugares y a pesar de ello este año llegamos a reactivar su alma, su academia, su organicidad formativa, pero necesitamos ir por más…”.
Lolimar, Loli, múltiple y multiplicada, en sus correctisimos afanes de puesta y puesta, escena tras escena. Ella siempre lleva una obra en la cabeza, varias piezas, todas pendientes de reflejar su propia ética y su profunda mirada devenida del periodismo que la asienta y la fortalece.
Lolimar expande su ciclorama de historias, tan tiernas como jodidas, cuentos corrientes de la gente corriente. Ese corazón que lleva en el pecho filosofa de esa manera: arte es dar y dar es un reflejo científico de la vida teatral, tanto de ella como de su partenaire, el maestro don Arnaldo, pariente de Lipito. Loli y yo tuvimos también un maestro llamado Luis Cañón, cuya voz de aterido bogotano escucho en este instante, musitándonos, al respecto: “¡Uich, doña Lo Li, es que cada quien se gana lo que bien merece…!..”, jejeje
Julito Reyes recuerda siempre a la adusta muchacha del “Vedemecum”, esto es, un periodiquito muy entrañable que ella hacía desde el departamento de Archivo. Luego, refiero nuestra experiencia mutua en el diario Panorama, al frente de la edición digital (ayer se oficializó la noticia represada del Premio, justo cuando incrementaba su centenaria propia nostalgia)…Loli sacaba su sombrero de birlibirloque y podía atender tantas responsabilidades y, en paralelo, poder escribir vainas tán buenas como Revelaciones, El Puente, Piso X, Señor Ministro, Rouge Cabaret y ya muy pronto, les digo más.
El pasado cumpleaños suyo, Escorpius seremus, algo en el aire mágico y misterioso que nos refrenda, me permitió intuir que algo muy bueno olería pronto en Dinamarca.
¿Viste?
Y, en pleno ejercicio del metaverso anverso y reverso de mi fratello yo, constante también, jejej, le escribí que la amaba, así:
“Lolimar Suarez Ayala: Habría querido que Malibú Pereira te hiciera llegar un “delivery” cargado de vino húngaro Tokaj, unas rosas rojas con claveles y también cayenas, una cajita de maquillaje Bob Kelly traído desde Broadway, algún tocado escogido entre los anaqueles de una antigua tienda de Nothing Hill, un pastel de chucho margariteño y una docena de ostras “papo de reina”, también unos libritos con las obras completas de Shakespeare, Lorca y Moliere, un rosario de palo de rosa y otro de madera de sándalo, más una peineta de carey muy antigua, de Java…Y un caracol que, al ponérselo al oído, permita escuchar mi cumpleaños en trompa wayuu, casi un clásico, como vos, cuando entráis con ese maletón, en Nuestra Señora de las Flores y el público corea el parlamento de tu Arnaldex diciendo: “¡Cuando te veo venir, etcétera..!”.
Mientras, me voy conformando con esta constancia meta de nuestro profundo y transparente afecto irrestricto por vos, notable hermana de los escenarios insólitos…
Feliz cumpleaños…!
Salud…!
Hoy el cielo continúa esplendoroso y fecundo. Ya jubilado del Panorama, más no ido, porque siempre iba a seguir ejerciendo mi propia vida, seguiré, digo, aquella mañana Loli me entregó el libreto de Revelaciones.
“Ve que vos vais a hacer al profesor Amabilis…”, me dijo, casi que como estableciendo una pauta cultural pertinente. Después de leerlo sentí viva la voz de Cañón, desde Cafarnaún felicitándome por semejante selección interpretativa.
Amabilis, desde La Caverna, de Platón, hace un milagro con tres estudiantes medio zagaletones, tipo coñiza frente al liceo Vicente Lecuna, digo, una chica y dos listillos que terminan recibiendo la gran primera lección de sus vidas tempranas. Por sugerencia de este actor cronista, Loli concitó a Isme Juárez, Freddy Gudiño y Ángel Marín, del Teatro Esencial, para que montáramos la obra.
Estuvo casi lista. Luego hubo crasos problemas irresolutos y el estreno nunca llegó a concretarse.
Dios también hace de la dramaturgia un verbo. Leamos el documento oficial con el veredicto:
Con una decisión unánime tomada por el jurado, a cargo de las dramaturgas venezolanas Carlota Martínez, Ligia Álvarez y Lupe Gehrenbeck, el Premio de Dramaturgia Lina López de Aramburu 2022 fue otorgado a Lolimar Suárez, quien se presentó al concurso con el texto Revelaciones, firmado con el seudónimo Lunes.
Este concurso tiene como objetivo principal promover, apoyar, incentivar y visibilizar la dramaturgia venezolana realizada por mujeres.
El jurado también escogió las obras Respuesta, de Mariozzi Carmona, y Las mil y una noche, de Maida Pérez, como menciones honoríficas en la primera edición de este premio dedicado a la promoción de la dramaturgia escrita por autoras venezolanas.
El jurado consideró que el texto de Lolimar Suárez, Revelaciones, “atrapa al lector-espectador a través de un interesante dispositivo, donde unos personajes bien construidos se obligan a verse y pensarse a sí mismos, generándose una suerte de auto-ficción dentro de la ficción. Aborda el tema de la educación en nuestros días y explora nuevos paradigmas. Su final es eficientemente sorpresivo.”
Lolimar Suárez es periodista (LUZ, 1995), dramaturga y directora de teatro. Inició estudios de teatro en 1988, llegando a la dramaturgia a través del periodismo, carrera que le ha permitido aprovechar fuentes documentales y testimoniales para contar historias.
Publicó dos obras de teatro en Maracaibo con la editorial Sultana del Lago: El Puente y Laika ha regresado. El Festival Circulo Escénico de Caracas también publicó Rouge Cabaret en el libro Texturas. Voces femeninas del teatro venezolano contemporáneo (Akua Editores, 2021).
Su texto teatral Piso 5 ha sido llevado a escena y presentado en la Muestra Internacional de Teatro en Uruguay (2011), el Festival Internacional de Teatro de Caracas (2014) y el Encuentro Internacional de Barranquilla (2016 – 2017).
También es autora de Señor Ministro, Amigas, Inés Laredo: Cien años en un acto y Serpentario. Para Lolimar Suárez, la dramaturgia es una práctica que se asume con entusiasmo para lograr renovar las voces del discurso escénico venezolano.
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Alexis Blanco