Viernes 29 de noviembre de 2024
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La VOZ de un Condenado: Los presos no se pueden enfermar

En las cárceles del país no te puedes enfermar ni de gripe. El proceso para conseguir un medicamento, además de…

La VOZ de un Condenado: Los presos no se pueden enfermar
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En las cárceles del país no te puedes enfermar ni de gripe. El proceso para conseguir un medicamento, además de ser una pérdida de tiempo, es absurdamente burocrático y está corrompido. La comida que nos dan, cuando finalmente la dan, es de pésima calidad y no cumple con las medidas sanitarias que debería tener, tomando en cuenta que nosotros también somos seres humanos.

El Paisa, como buen observador y crítico de una situación que me afecta directamente, en esta oportunidad hablaré de lo que realmente vivo dentro de un centro penitenciario. Déjenme decirles que, cualquier parecido a la realidad de vida que vive la gente afuera, es pura y mera coincidencia.

Las autoridades de los penales acusan que toda medida controversial posible, que genera malestar en la población de internos, es sin medida órdenes emitidas por altos funcionarios en Caracas. Para ser más específico, Celsa Bautista, una militar asimilada que tomando en cuenta su gestión, considero que no sabe como transcurre la vida de un condenado dentro de un penal.

Esta vez destacaré que la "premisa" de la ley del embudo (todo para su reino y nada para el mío), propicia que las autoridades de cualquier penal del país exijan con aval de la ley orgánica penitenciaria y órdenes emitidas "desde arriba", que los internos cumplamos a cabalidad con acciones que consideramos denigrantes y humillantes.

Consecutivamente, se nos obliga a mantenernos afeitados como si fuéramos personas con enfermedades terminales, sin nada de cabello o barba, haciéndonos parecer moribundos y débiles, ya que la comida (si es que así se le puede llamar) es insuficiente y de muy mala calidad.

Asimismo, tenemos que cumplir con las actividades del orden cerrado y con una serie de condiciones puestas por los mismos custodios y demás autoridades que atentan contra nuestra situación de condenados. Son situaciones inaceptables que, al igual que mucha gente en las grandes ciudades, las hemos tenido que asumir para no convertirnos en dementes.

Ninguna de las antes mencionadas en el capítulo II de la Gaceta Oficial Extraordinaria Nro. 6.207 del lunes 28 de diciembre del 2015, en la cual se establece el Código Orgánico Penitenciario, hablan de ninguna actividad ni como obligación ni reglamento interno de cumplir, en un capítulo titulado "derechos, deberes y prohibiciones".

Les puedo asegurar, queridos lectores, que solo se cumplen las prohibiciones y la mayoría de los deberes son desconocidos (situación que ocurre en todos los penales del país), pues solo se cumple con el deber de la alimentación, si es que de esa forma se le puede llamar a la dinámica que tenemos en los penales con la comida.

Tengo que decir, con toda propiedad y responsabilidad, que la comida que nos dan está hecha a base de productos mal procesados. Nos vemos en la obligación de comer arepas que, por un lado quedan crudas y por el otro quemadas, sin ningún tipo de relleno, ni siquiera le colocan la mortadela en pote que le llega a la gente en las bolsas Clap.

Los alimentos que consumimos y que son "preparados" por el servicio de economato o "rancho" como coloquialmente le decimos, no sustentan nuestras necesidades calóricas. Si uno quiere comprar una salsa de tomate, por ejemplo, el Ministerio Penitenciario solo te deja ingresar 250 gramos de ese producto o de cualquier otro.

Nos resulta asqueroso tener que exponernos a este tipo de tratos pero no tenemos elección y simplemente "la necesidad tiene cara de perro sarnoso". Hemos tenido que comer quesos que vienen descompuestos y con gusanos, listos para hacer yogurt.

Tengo entendido que en otras regiones del mundo la gente tiene otras costumbres y comen cosas que nosotros, por nuestra cultura venezolana jamás comeríamos, pero no estamos en el extranjero, nos encontramos en nuestro propio país. El queso con gusanos para los franceses debe ser común, pero para nosotros no lo es.

No nos podemos enfermar

En esta misma tónica, tampoco tenemos derecho a reclamar algo básico como nuestras redenciones, de enfermar o que alguno de nuestros familiares nos hagan llegar un medicamento, ya que dentro de los penales no hay ni una pastilla para el dolor de cabeza que bastante que padecemos por todas las injusticias que tenemos que soportar, solo porque estamos presos y aislados de la sociedad.

Por ejemplo, si usted se enferma de gripe, para simplemente pasar un blíster o caja de analgésicos, tiene que esperar que el servicio médico del penal solicite el permiso a Caracas. Una vez que llega el medicina, este departamento controla tus medicamentos y de 20 pastillas, te entregan 10 y te dicen que "ya se acabaron".

Entonces ley del embudo, los deberes y obligaciones si existen en el código y los aplican al máximo, pero los derechos lamentablemente se olvidan, son omitidos e ignorados. Como mencioné en mi trabajo anterior, la rebelión es casos de ser con tiranía, es obligatoria, parafraseando al Libertador Simón Bolívar.

El escritor Miguel de Cervantes ya afirmaba algo parecido a este último artículo: "Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida" (Don Quijote, II, cap. 58). A lo que solo le agregaría: "La resistencia a la opresión es la consecuencia de los demás derechos del hombre".

Autoridades competentes, viceministros, ministros, vicepresidencia y señor presidente de la República, recuerden que los presos somos una porción de los mismos ciudadanos de esta nación, seguir oprimiéndonos, solo genera descontento y malestar con lo que lidiamos bastante en los penales venezolanos.

Lean mi mensaje que es para mejorar este sistema penitenciario y tengan la voluntad, la disposición de hacer cumplir las leyes. Dejen de estar creando normativas para afianzarse en el poder y para retaliar a los condenados. Hagan que los respeten trabajando en pro de este deteriorado sistema que solo ocasiona que los presos, una vez que cumplan su sentencia, salgan a la calle llenos de rabia y odio contra una sociedad y un Estado que siempre les ha dado la espalda.

El Paisa.

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