Viernes 15 de noviembre de 2024
Opinión

De Interés: para qué sirve la zona de confort

-La sicología define la zona de confort como “un estado mental que no permite el crecimiento personal y todos aquellos…

De Interés: para qué sirve la zona de confort
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-La sicología define la zona de confort como “un estado mental que no permite el crecimiento personal y todos aquellos fenómenos vinculados con el aprendizaje de conductas que nos hacen lograr un alto grado de satisfacción con el modo en el que se vive la vida”.

En palabras de a centavo, como decía la impulsadora de la metafísica en Venezuela, Conny Méndez, la zona de confort se traduce en vivir conforme con todo, mantenerse sin realizar algún esfuerzo para lograr avances en diferentes áreas de la vida, como estudiar, trabajar y esforzarse en hacerlo cada vez mejor, realizar actividades que optimicen la salud física y mental, evitar prácticas nocivas para la salud integral, entre otras circunstancias.

Al evitar esforzarse para buscar mejores condiciones de vida material, mental y emocional, entonces se cae en el ostracismo, en el aislamiento voluntario de la vida social, algo así como un ermitaño urbano.

El caso es que para mantener este tipo de vida se debe contar con familia o con alguien que financie las necesidades primarias para poder vivir sin hacer nada, nada productivo. En términos coloquiales, ser un mantenido, llevar una vida parasitaria. Aquí recordamos aquel dicho antiguo de: “vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos”.

Dicen que la gente usualmente no quiere salir de la zona de confort por temor a los cambios, a experimentar situaciones nuevas, por miedo a equivocarse, por evitar correr riesgos y para sentirse seguro.

En todo caso, vivir en la zona de confort no es precisamente un adecuado estilo de vida, aunque en un momento dado parezca un acto de viveza o comodidad, realmente termina anulando a la persona.

Al dormir en exceso, estar sentado mucho tiempo, con el paso del tiempo inutiliza el organismo. Para nadie es un secreto, no es nada nuevo el hecho de que la falta de ejercicio, de actividad física, acompañada de una vida sedentaria, es un pase directo a ganar peso en exceso, ha enfermarse de diferentes patologías, que con el paso del tiempo se agravan hasta postrar en cama a muchas personas y usualmente es demasiado tarde para revertir las afecciones de salud.

Salir de la zona de confort es, sin duda, empezar a vivir, a experimentar las vivencias que permiten el desarrollo integral del individuo, a descubrir sus propias potencialidades para alcanzar logros que desde su comodidad ni siquiera sabía que tenía.

También, es la forma natural de reintegrarse a la sociedad, de incorporarse familiarmente, laboral y socialmente, ser útil para si mismo y el entorno.

Expertos en comportamiento humano realizan diversas sugerencias a quienes deseen salir de esa cueva llamada zona de confort, por ejemplo, buscar una motivación para hacerlo, hacer los esfuerzos necesarios por tener confianza en si mismo.

Y si realizar estás acciones se torna difícil, entonces buscar apoyo en expertos, en amigos, en la misma familia. Al final valdrá la pena, porque se irá dejando a un lado el vivir muriendo, pues lo ideal es vivir viviendo. Lo importante es reconocer nuestra conducta como inicio a empezar cambios que no solo beneficiarán en lo individual sino a todos quienes estén alrededor.


María Elena Araujo Torres

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