Estación de bombeo San Agustín: 10 años de destrucción

Millones de litros de aguas servidas desembocan al Lago de Maracaibo tras la paralización de la estación de bombeo San Agustín, una obra de ingeniería que forma parte de un complejo sistema de reutilización de aguas residuales, que fue anunciado con bombos y platillos por el Gobierno nacional, presentándolo como un notable avance en el proceso de saneamiento de la cuenca del estuario marabino.

Comenzaba el año 2004, cuando el difunto presidente Hugo Chávez viajó a tierras zulianas para inaugurar el Sistema de Reutilización de Aguas Servidas (RAS), en Maracaibo. Era “el proyecto gubernamental bandera en materia de conservación del ambiente, primero en su estilo en América Latina”, según los anuncios gubernamentales.

Más de 100 millones de dólares perdidos

Una nota de la agencia de noticias oficial Venpres, detalla que la inversión para poner en marcha el sistema fue de 110 millones de dólares por parte del Gobierno nacional. La construcción estuvo a cargo del consorcio Odebrecht-Conveca.

El proyecto implicó, entre otras obras, un tendido de tubería sublacustre para transportar las aguas servidas desde la costa occidental hacia el centro petroquímico El Tablazo, evitando así que terminaran descargadas al Coquivacoa y que pudiesen ser tratadas y aprovechadas, garantizando el abastecimiento de agua industrial para las operaciones de Pequiven, en el municipio Miranda.

La promesa de que este conjunto de obras permitiría la recuperación del Lago de Maracaibo, choca con la realidad y el abandono en el que se encuentra la estación de bombeo San Agustín, ubicada en las adyacencias de la avenida Milagro Norte, en la capital zuliana.

A 19 años de aquel acto oficial, la estación de bombeo San Agustín es un complejo que se encuentra inoperativo, abandonado, desvalijado e invadido por la maleza. Tierra de nadie.

Los malandros no perdonaron nada en la estación de bombeo San Agustín

Cuentan vecinos de la zona que entre los años 2017 y 2018, la delincuencia hizo de las suyas, especialmente los piratas del Lago. “A los vigilantes los asaltaban a cada rato” y fueron arrasando con todo: tableros, transformadores, motores, bombas, cableado de alta tensión, equipos, puertas y ventanas. Hoy es un sitio fantasmal, sin ninguna utilidad.

Por otra parte, la referida estación fue construida en medio del conjunto de urbanizaciones y villas que han proliferado hacia el norte de Maracaibo. Los residentes de la zona vivían ahogados por los malos olores que despedían los gases mientras la planta estuvo en operaciones.

Desde hace diez años había fallas en el mantenimiento preventivo

Además, según información recabada, antes de que las instalaciones fuesen dejadas en la nada, ya el sistema RAS venía arrastrando problemas. Un trabajo de investigación presentando ante la Urbe entre los años 2012-2013, reseña que desde que la planta RAS inició sus operaciones, a juzgar de informes especializados, no contaba “con un plan de mantenimiento preventivo de las bombas”.

“Al dañarse las bombas, la planta RAS no puede enviar agua al complejo y por lo consecuente, causa un impacto ambiental negativo, porque al detener las operaciones en la planta RAS, la estación de bombeo San Agustín, en el norte de Maracaibo, tiene que desviar las aguas servidas al Lago de Maracaibo”, alertaban los autores.

Seguimos matando al Lago y sufriendo por la falta de agua

Sumando al evidente maltrato al Lago, ahogándolo aún más en desechos orgánicos e inorgánicos, la fallida experiencia del sistema RAS limita la posibilidad de que los municipios Miranda, Maracaibo y San Francisco reciban los 800 litros de agua por segundo, aproximadamente, que son destinados hacia la Petroquímica.

Esto sin contar que la cuantiosa inversión que fue acometida por el Gobierno nacional, mediante créditos de la Corporación Andina de Fomento (CAF), el Gobierno canadiense y el presupuesto ordinario del Ministerio de Ambiente, más los aportes de Pequiven y del Ejecutivo del Zulia a través de la Ley de Asignaciones Económicas Especiales (LAEE), rodó junto a los mil 300 litros por segundo de aguas malolientes que siguen descargando al Lago de Maracaibo.